La pérdida de audición causa desde depresión y caídas hasta deterioro cognitivo

Es necesario utilizar audífonos desde los primeros síntomas para evitar secuelas irreversibles

«No es tanto que no escuche, como que no entiendo». Luisa Ruiz tiene 85 años y pérdida auditiva asociada a la edad; todavía no se ha decidido a ponerse un audífono. «Si tengo una conversación con una persona de frente, y no hay mucho ruido de ambiente, oigo bien. Pero si me da la espalda es complicado. En la televisión, cuando están hablando muchos a la vez no me entero y apago», cuenta esta mujer viuda que reside en Bilbao. En la clase de gimnasia para la tercera edad no escucha bien a la monitora y, para seguir los ejercicios, se fija en sus compañeros. Estas limitaciones que ya padece Luisa anticipan secuelas que afrontará si no se trata la sordera a tiempo, advierten los expertos.

DETERIORO CEREBRAL Y DEPRESIÓN

La pérdida auditiva es un importante trastorno de la comunicación: no solo se pierde la escucha de determinados sonidos, sino que compromete el sistema nervioso central, afecta a la capacidad de entender el lenguaje hablado», advierte Faustino Núñez, presidente de la comisión de audiología de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y especialista en el Hospital Universitario Central de Asturias. Esa limitación provoca «un deterioro cognitivo, de la capacidad intelectual» y acelera procesos de demencia senil.

Esto es, el oído recoge y transmite los sonidos y el cerebro procesa las señales y les da significado. Con la pérdida de audición, el cerebro recibe menos sonidos y «olvida» qué hacer con ellos. De ahí que, cuando se reduce esa capacidad para procesar el sonido, se vea afectada la capacidad de comprender el habla. Incluso con una sordera leve, las áreas auditivas del cerebro se debilitan.

Investigaciones publicadas por la revista científica ‘The Lancet’, una de las de mayor prestigio en el ámbito de la sanidad, confirmaron que «la sordera no tratada es el mayor factor de riesgo evitable para demencia senil y alzhéimer», advierte JoséLuis Blanco, responsable de audiología en la firma Oticon. «El cerebro es un músculo y hay que trabajarlo. Si no se ejercita se deteriora y una vía fundamental de la función cerebral es oír y entender porque activa muchas áreas del cerebro. Al no escuchar bien pierdes conexiones neuronales». Y ese deterioro comienza desde el inicio de los primeros síntomas de la sordera, lo mismo a los 40 años que a los 80.

Aunque puede ocurrir a cualquier edad, la pérdida auditiva afecta más a los mayores. La mitad de las personas de 80 años sufre alguna disminución de su capacidad de oír. Que se traduce, muchas veces, en aislamiento. «Al no escuchar bien se sienten limitados y reducen su vida social, baja su autoestima, les afecta emocionalmente», comenta el especialista asturiano. «La sordera es una causa habitual de depresión en mayores», anota Blanco.

¿CUÁNTOS AFECTADOS?

  • 55% de los hombres y el 45% de las mujeres de 80 años sufre pérdida auditiva. Y a los 70 años son el 30% de varones y el 20% de mujeres. La contaminación acústica y el estilo de vida han incrementado los casos en los últimos años

Conectados al móvil o a la televisión

«Una persona con audífonos ya pasa desapercibida porque cada vez hay más gente que lleva auriculares para escuchar música y hablar por el móvil», explica el responsable de audiología de Oticon, José Luis Blanco. La tecnología de estos dispositivos digitales ha dado un salto de gigante en los últimos años. «Se adaptan a cada persona en función de su sordera. Tienen una configuración individual, en la que se intensifican los sonidos que has perdido, por ejemplo los agudos, y mantienen esos en los que te manejas bien. Se pueden conectar al móvil y la televisión y regular el volumen», detalla el otorrino Faustino Núñez.

CAÍDAS Y ACCIDENTES

El oído, además de permitirnos escuchar los sonidos, informa al cerebro para que mueva los músculos que hacen que mantengamos el equilibrio. De ahí que sea importante conservarlo en buen estado, ya que muchas enfermedades que afectan al oído pueden provocar vértigos y trastornos del equilibrio. «Es la razón por la que las personas que padecen sordera corren un riesgo mayor de sufrir caídas», señala José Luis Blanco.

Además, estas personas pueden no oír el ruido del coche que se acerca, la bocina de un vehículo que le alerta, un objeto que cae a su lado… En la cocina, un grifo abierto o una cazuela al fuego hacen sonidos que nos advierten y, si no los escuchamos, corremos el riesgo de sufrir un accidente doméstico.

Los dos especialistas aconsejan corregir la sordera desde los primeros síntomas. «Cuanto más tarde, más se reducen las posibilidades de que el audífono resulte efectivo», señala el experto en audiología. «Hemos tenido pacientes de 80 años que han utilizado audífono desde el principio de perder oído y otros que lo hacen más tarde y no logran la misma recuperación ya que la práctica es importante. El cerebro olvida interpretar sonidos porque se han perdido conexiones neuronales», resalta Blanco. «En todo caso, corregir la sordera mejora la calidad de vida». Yadvierte: «La persona con pérdida auditiva debe pedir que le repitan las cosas, nunca resignarse al aislamiento».

Sanidad solo lo financia hasta los 26 años

La lucha contra la sordera se enfrenta a dos obstáculos. «No hay programas de detección temprana, lo que impide tratar a tiempo casos que tendrían de ese modo una evolución más favorable», advierte el especialista de la Sociedad Española de Otorrinolaringología. El otro problema es que los audífonos solo los financia la sanidad pública hasta los 26 años –y no al completo–. Y los precios oscilan entre 1.000 y 4.000 euros. «Hay mayores que no se ponen audífonos porque no pueden pagarlos», añade. Sostiene que es una inversión que debería asumir la Sanidad «porque reduciría los gastos que genera esa persona por demencia senil, caídas…»

MARTA FDEZ. VALLEJO

FOTO: FELIP ARIZA

 
 
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