Los residuos peligrosos no desaparecen por arte de magia y el mundo no sabe cómo deshacerse de ellos. ¿Qué hacer? ¿Dónde los enterramos para hacer como que no existen?

Y ahí aparece Nerva, un pequeño municipio onubense de 5.300 habitantes, donde se ubica uno de esos vertederos que recibe desde hace 25 años mercancías peligrosas y de otro tipo, situado a tan solo 700 metros de las viviendas. Allí llegarán esta semana 500 camiones con 12.300 toneladas de granalla -desechos industriales peligrosos de la limpieza de barcos- procedentes de un astillero de Montenegro. Hasta mayo el basurero recibirá 110.000 toneladas de ese material. El pueblo, que ha dejado de recibir dos millones de euros de compensación anuales por el riesgo de guardar esta basura, ha dicho basta. 

Por la contaminación radiactiva también se procura pasar de puntillas, pero el silencio que rodea hasta ahora a los suelos contaminados por accidentes nucleares en España parece que se resquebraja. El Gobierno se ha comprometido a aprobar, por fin (llevaba más de una década guardada en un cajón), una modificación de la Ley sobre Energía Nuclear de 1964 que permitirá la elaboración de un inventario oficial de zonas afectadas. De momento, el Consejo de Seguridad Nuclear reconoce seis emplazamientos, entre ellos el canal del Jarama, donde hay enterramientos clandestinos radiactivos resultantes de una fuga en 1970. Y Palomares, la pedanía almeriense sobre la que cayeron varias bombas nucleares en 1966.

 

Cultivo de lechugas en el Campo de Cartagena (Murcia),

Comida barata para el hombre, cara para la naturaleza

La producción de alimentos de forma intensiva abarata los costes, pero se obvia el precio que está pagando la naturaleza por nuestra forma de consumir. Nos hemos fijado en cinco alimentos que produce y vende España: un chuletón de vaca, por la huella de carbono que deja; una lechuga, por la contaminación de fertilizantes que llegan al mar Menor; unas fresas, por su papel en la extracción de agua y desaparición de los humedales en Doñana; unas salchichas, por la deforestación en la Amazonia para producir la soja que contiene la proteína de los piensos; y la cría de atún, por la cantidad de otros peces que se utilizan para su engorde en las granjas que podrían destinarse al consumo humano. 

Maltrato animal

El balance que hace la Comunidad de Madrid en una propuesta de sanción de lo que ocurrió entre 2018 y 2020 en el laboratorio de la empresa Vivotecnia, donde se experimenta con animales, es terrible. Sostienen que hay animales que mueren entre fuertes dolores, cadáveres junto a seres vivos, ejemplares a los que se manipula de forma “incorrecta” y tres trabajadores carecen de la formación adecuada para los proyectos de experimentación. El horror vivido en las instalaciones se conoció por un vídeo publicado en 2021 por la ONG Cruelty Free International.

Corren malos tiempos para las sardinas y los boquerones. Un estudio revela que la proliferación de medusas puede incidir en una caída de hasta el 45% en su número. Y, además, están desnutridos. 

Esther Sánchez

EL Pais

 

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