El mayor beneficio alcanzado desde la crisis financiera choca con el malestar de sus clientes menos digitalizados

La excelente salud de la banca que demuestran este año sus beneficios es una buena noticia para la economía española. Por eso, resulta más sorprendente que no se atienda el abandono en el que se sienten algunos de sus clientes más veteranos, noticia que ha saltado de las páginas de Economía a la calle.

La reducción de la atención presencial y la escasez de oficinas en muchas zonas de España, rurales y urbanas, choca de frente con los beneficios históricos del sector en 2021 tras el catastrófico 2020 del colapso por la pandemia. La dura experiencia vivida durante la crisis financiera de 2008 condujo al gobernador, Pablo Hernández de Cos, a mostrarse exigente ante la llegada del coronavirus y a obligar en 2020 a las entidades a hacer dotaciones extraordinarias a las provisiones, lo que se tradujo en pérdidas para el sector por más de 5.000 millones de euros.

Esto sucedió en 2020, nada que ver con lo ocurrido en 2021. Hay que remontarse más de una década para observar beneficios superiores a los 19.866 millones de euros obtenidos el año pasado por las cinco grandes entidades financieras españolas, beneficios logrados por su negocio global, no solo en España. En 2021 también han pesado positivamente en los resultados otros ingresos extraordinarios, como el impacto de la integración de Bankia en Caixabank o la plusvalía para Bankinter de la salida a Bolsa de Línea Directa. Pero incluso sin ellos, la banca obtuvo algo más de 17.000 millones de euros de beneficios el año pasado.

El año 2021 también se acercó a cifras de récord pero en cierre de oficinas y despidos, fruto tanto de la inevitable estrategia de digitalización de la banca como de la duplicidad provocada por las fusiones entre entidades. La traducción de ambas circunstancias ha comportado el anuncio del cierre de unas 4.000 oficinas solo en el último año, aunque desde 2008 se han cerrado más de la mitad, un 55.5%, junto a la pérdida de 16.500 empleos.

Pero a pesar de que la rentabilidad sobre el capital sigue siendo baja, las perspectivas en el sector para 2022 son positivas y a la recuperación de la economía y de la actividad se le suma la subida de los tipos de interés que se intuye en el horizonte. Eso permitirá a los bancos mejorar los resultados derivados de su negocio puramente financiero, como las comisiones o los créditos hipotecarios.

Solo el cambio de tono en la política del Banco Central Europeo (BCE) disparó la semana pasada su cotización en Bolsa.La suma de todos estos factores invita a creer que los bancos disponen de margen para revertir algunas políticas comerciales que han ido en detrimento de la calidad de los servicios que prestan a sus clientes. Las entidades argumentan que el Banco de España les exige mejoras en la rentabilidad, pero el regulador también les pide ser conscientes de la insatisfacción social que provoca la desaparición del servicio presencial para una parte muy sensible de la población. Un porcentaje no menor de los clientes bancarios no saben o no pueden asumir el ritmo de la digitalización, tanto entre los ancianos como entre segmentos sociales con menos posibilidades de aclimatación al mundo digital. No basta con comparar el número de oficinas y empleados por habitante con las cifras del resto de Europa porque el punto de partida del sector tampoco era similar: el ajuste en España ha sido rápido, intenso y unilateral. La exigencia del gobierno a los bancos para adoptar medidas puede ser un primer paso para recuperar cierta armonía entre grandes beneficios y atención al público.

EL PAIS

 

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