Miles de aficionados al baloncesto fluyen por las calles de la ciudad en un ambiente de preciosa hermandad y disfrute con motivo de la Copa del Rey

Pasear estos días por Granada supone respirar el ambiente más puro del baloncesto. Pero, sobre todo, respirar el ambiente más increíble de los valores del deporte. La hermandad entre aficiones, amantes del basket, turistas, viandantes, autóctonos o gente que nunca ha presenciado un partido es la tónica constante durante la disputa de la Copa del Rey en la ciudad de la Alhambra. Una atmósfera única de la que deberían aprender otros deportes. Dejar de lado la competitividad por unir distintos colores para crear instantáneas preciosas con un objetivo común: disfrutar.

Aunque el torneo del KO arrancó el jueves 17 de febrero, las calles de la ciudad ya lucían desde los días previos motivos conmemorativos de la competición. Hacía 27 años que Granada no acogía este evento y quería lucir hermosa para la ocasión. Imágenes de momentos históricos por la Carrera de la Vírgen, pisadas de los jugadores más emblemáticos por los asfaltos, escenarios y stands en las plazas más concurridas… Todo estaba preparado para dar acogida a miles de aficionados procedentes de cualquier punto de la geografía española.

Porque, no solo de Real Madrid, Barcelona, Valencia, Joventut, Manresa, Murcia, Breogán y Tenerife iban a ser los invitados. También de equipos que ni tan siquiera participarían, como Baskonia o Canarias. La Copa del Rey ha demostrado a Granada, y Granada a la Copa del Rey, que es un torneo que va más allá de lo deportivo. Es un lugar de encuentro anual en el que dar rienda suelta a la felicidad, a olvidar los problemas del día a día y hacer un paréntesis en la rutina con la intención de generar una fraternización imposible de ver en otros deportes, los cuales deberían aprender la lección.

Aunque la caldera que se crea en un renovadísimo Palacio de los Deportes es digna de presenciar, no es necesario poseer un abono para disfrutar de esta vivencia única. Basta con deambular por las calles de Granada para gozarlo en primera persona.

Lo más común en las terrazas es ver las mesas repletas de personas, pero con una excepción que no debería denominarse excepción. Si las ocupan un grupo de ocho personas, esas ocho portan camisetas de diferentes equipos. Las reuniones coloquiales de la muchedumbre deja imágenes llenas de multicolor. Y todos están invitados, porque con el paso de los minutos esas pequeñas congregaciones van sumando efectivos a la fiesta.

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El culmen de esta hermandad se produjo durante la matinal del sábado. En el encuentro de las aficiones, que arrancó en la Plaza Bib Rambla, miles de simpatizantes bailaban a ritmo de charanga y batucada. Una magia espectacular conquistó el corto trayecto que existe entre el citado lugar hasta la Plaza de las Pasiegas. El paseo estuvo lleno de cánticos, bufandas al viento y sonrisas en la cara. A los pies de la Catedral, los colores azul de Breogán, naranja de Valencia, rojo de Murcia, verde de Joventut, azulgrana de Baskonia, amarillo de Canarias y un largo etcétera conquistaron el centro neurálgico de la capital nazarí.

No sabemos cuánto tiempo tendrá que transcurrir hasta que Granada vuelva a ser escaparate del baloncesto. Por ganas no será, porque estos cuatro días se han hecho muy cortos. Para granadinos y para invitados. Como dice alguno, “la Copa del Rey aquí es una vez en la vida, y hay que disfrutarla”. Y tanto que disfrutaron. Y tanto que enseñaron la magia de los valores del deporte a toda España.

@Francalvo1996

francalvo@granadaenjuego.com

https://www.granadaenjuego.com/Polideportivo/granada-y-la-magia-de-la-deportividad

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