«GUARRISMO URBANO» por Alberto Granados
Hoy quiero acercaros a la última modalidad artística de nuestra ciudad y recurro para ello a un neologismo, a ver si consigo que pase a la Wikipedia y los diccionarios temáticos del arte contemporáneo: el “Guarrismo urbano”, que yo definiría como la tendencia consistente en crear arte efímero a base de la suciedad imperante en una ciudad como Granada, gracias a un alcalde como el nuestro.
Antes, quiero hacer una observación. Pese a mi militancia socialista, este no es un post militante, que para eso uso mi otro blog . Entiéndase, simplemente, como el post de un ciudadano harto, muy harto, indignado (y cada vez somos más)… de la cochambre con que este equipo municipal nos obsequia desde hace tanto tiempo. Tenemos una ciudad de una belleza fuera de lo común, y una cantidad de suciedad que ya supera cualquier límite tolerable de incompetencia política. Granada está atrozmente fea de pintadas, llena de chicles aplastados en las aceras, de vómitos, de manchurrones, de excrementos de perro…
Sé que alguien objetará diciendo que la culpa directa no es del alcalde sino de lo guarros que somos los que habitamos la ciudad. No es de recibo. El niñato que llena de grafitis las paredes (incluso las más venerables, las de nuestros monumentos) es el primer culpable, cierto, lo mismo que lo es quien no recoge las cacas de su perro, o se orina en la calle, o mancha las aceras de chicles y del contenido de botellas rotas, o tira su basura donde y cuando no debe. Hasta ahí de acuerdo.
(«Neanderthales sueltos», pintura de spray sobre paredes)
Pero tendréis que concederme que entre las responsabilidades de quien se ganó en las urnas la alcaldía de Granada entra la de mantener la ciudad con un poco de limpieza y decencia. Y eso no se está haciendo por mucha escoba de oro, por mucha maquinaria para el tratamiento de residuos sólidos, por mucha gaita de la propaganda oficial: esto está cada día más guarro, el olor a orines es insoportable, las calles de los barrios nunca se friegan (ese privilegio queda para el centro), el casco antiguo huele a cloaca y los ciudadanos, sean votantes del partido que sean (en esto no debería haber concesiones), estamos hartos de tantan ineptitud e incompetencia.
(«Manchurrón I», pringue sobre asfalto)
(«Mugre con Pedro Antonio», collage con cáscaras de pipas y manchas de pringue)
(«Sinfonía del sucio mundo», partitura con chicles)
(«Manchurrón, II»)
(«¡Qué churrada!», collage con papel y pringue de churros)
(«Down by the corner», panel en bisel a base de orina de perro)
(«¡Qué Calvario!», composición)
(«Rompiendo aguas, I»)
(«Rompiendo aguas, II»)
Para mayor sarcasmo, los camiones de la basura llevan un portentoso lema “Hemos barrido”, de un triunfalismo insultante. Y las máquinas de la limpieza urbana, un cartel que parece una ironía: “Granada, limpia, luce más”. Los contenedores de la basura, «La suciedad tiene las horas contadas»… Tanto slogan autocomplaciente y, por contra, tanta guarrería. Inadmisible.
(«Falla combustible», instalación)
Si alguien cree que exagero, os muestro una galería de fotos que he ido tomando en estos últimos días, una muestra del cochambroso guarrismo urbano, que tan bien hablará de nosotros. Si hubo un artista que convirtió en arte sus propios excrementos enlatados, por qué no vamos a considera a nuestro alcalde un mecenas visionario que marca tendencia. Eso sí, olvidemos lo de Agustín Lara, aquello de “Granada, tierra soñada por mí…”, que esto se ha convertido en un estercolero.
Alberto Granados