La tercera posición en Eurovisión para España y el 50 por ciento de share que ha logrado en audiencia dan una victoria para Chanel y vuelven a recordarnos cómo la política también está en festivales de la canción

Ucrania ha ganado el Festival de Eurovisión, tal y como señalaban las encuestas. Un país en guerra, con el que Europa se ha volcado, de hecho se ha sacado de la competición a Rusia, el país invasor. Como sucede después de cada gala, la votación ha indignado al personal. La actuación de Ucrania no era de las más emocionantes, ni potentes. Era una mezcla de folclore y una letra que se dedicaba a las madres, pero que estaba lejos de las baladas de Italia o Suecia y del despiporre bailongo de España. Sin embargo, era la favorita en las casas de apuestas. La Kalush Orchestra, con su canción Stefania, entre las diez canciones eurovisivas más escuchadas de Spotify.

Dijo Thomas Mann, el escritor alemán, en La montaña mágiga que «todo es política», inspirándose en Aristóteles y su definición del hombre como animal político. Cómo no va a ser político un festival creado después de la Segunda Guerra mundial para insistir en la idea de convivr en paz y armonía desde entonces y reconciliar a los países europeos. Los países se votan por cercanía, por vergüenza torera o por argucias geopolíticas. De hecho, era fácil ir adivinando a quién iban dando los 12 votos. Si miramos 2007 vemos que la representante de Serbia, Marija Šerifović, con su canción Molitva, recibió 12 puntos de Montenegro, Bosnia y Herzegovina, Croacia o Eslovenia. Países que este año volvieron a votar a Serbia. Vemos también fuertes conexiones entre las regiones del Mar Báltico, donde Suecia es la principal beneficiada, como este año. El hecho de que esté Israel en el concurso es una de las decisiones más claramente políticas de la historia del festival. La participación del país sigue siendo objeto de debate cada año debido a la guerra abierta con Palestina que mantiene desde hace años. O que esté Turquía o Australia. No están por méritos culturales, ni geográficos. O que cada año Grecia y Chipre ninguneen a Turquía son otros síntomas. En ese contexto, cómo no iba a ganar Ucrania.

En un momento en el que la política de gestos, la imagen y el relato valen más que los hechos, Europa le ha dado la victoria de Eurovisión a Ucrania, como si eso sirviera para apaciguar la situación catastrófica que supone, y va a seguir suponiendo en años venideros, la invasión de Rusia. Ese fue el primer anuncio que hizo Borell, como si sacar a Rusia de Eurovisión fuera el mayor castigo hacia el país invasor. Y así acabó ayer el festival, con Ucrania ganando y con España logrando algo casi histórico, volver a los primeros puestos y, lo más fuerte de todo, juntar a un país en torno al televisor. Más de seis millones de personas vieron la final, en un fin de semana de sol y fiesta en algunas comunidades. Más de seis millones de personas apoyaron a Chanel Terrero, la representante española, que llegó a esa final después de superar comentarios racistas, machistas y otros odios. Quién nos iba a decir después del Benidorm Fest, donde hasta el feminismo parecía enfrentado, que acabaríamos gritando los 12 puntos como si fueran los goles de la selección española y pidiendo el Jugo de Mengo.

 
 
https://cadenaser.com/nacional/2022/05/15/pues-claro-que-eurovision-es-politico-radio-madrid/
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