Una cosa es argumentar con criterio, discrepar proponiendo cambios, y otra bien distinta es aplicar una actitud chulesca, infamante, vejatoria y obscena buscando rentabilizarlo para salir en los medios

A veces, entre metedura de pata y golazo en cara ajena, llega Almeida, va y acierta. Aunque sea en propia meta, como esta vez que ha afirmado sin rubor que, “quien siembra vientos, recoge tempestades”, refiriéndose a Irene Montero tras los insultos machistas, bochornosos e infamantes proferidos por una diputada de VOX desde la tribuna del Congreso de los Diputados.

Quede claro que sigo pensando igual sobre la ley del ‘sólo sí es sí’, que suscribo cada palabra que puse negro sobre blanco hace una semana porque, a mi juicio, la Ministra de Igualdad se ha equivocado por precipitación y falta de diálogo con expertos. Ella y todo su equipo, conste. No se puede legislar sin tomar en consideración las consecuencias de las decisiones, ignorando a las personas que llevan años estudiando pros y contras, moviéndole la silla a figuras históricas del feminismo que discrepan desde su experiencia (léase Carmen Calvo, por ejemplo) y pensando exclusivamente en réditos electorales (ella quería que la ley fuese la bandera de las manifestaciones del 25N en este año pre-electoral, con Podemos perdiendo votos como agua en cesto de mimbre).

Evidentemente, debatir sobre cualquier asunto es saludable en democracia porque el pensamiento único es propio de los totalitarismos de izquierdas y de derechas, tanto dan unos como otros. Pero una cosa es argumentar con criterio, discrepar proponiendo cambios, y otra bien distinta es aplicar una actitud chulesca, infamante, vejatoria y obscena buscando rentabilizarlo para salir en los medios. Esto es lo que ha hecho VOX, con sus hooligans pegados a las redes al grito de “a por ella” y sus cargos orgánicos ejerciendo, ellos y ellas, de machotes, del bruto de turno de la clase que pretende amedrentar al personal. Irene Montero no se ha acobardado, ha contestado con contundencia serena y, el hemiciclo, si excluimos a estos prendas, la ha apoyado como corresponde, porque la libertad de expresión no es lo mismo que la libertad de insulto a pesar de que haya quien aún crea que, cuando expone un posicionamiento ideológico públicamente, debe comportarse como si estuviera en la barra de un bar de los años de posguerra hablando del caudillo, las Españas y la patria con olor a naftalina y a carcundia. Porque España afortunadamente es otra cosa y, ellos y ellas, una minoría. Creo, con Machado, que cuando determinada gente mienta la patria lo hace para venderla, mientras que quien no la nombra y se levanta de sol a sol para hacer su trabajo honesto es quien la salva; porque aquí no sobra nadie, inclusive los políticos/gestores que, con errores y aciertos, buscan hacer un servicio público a la comunidad. Siempre desde la conciencia de que un cargo no es eterno y existe vida después, hasta cuando te cesan. Por esto el grado de rancia agresividad de los ultras contra la Ministra de Igualdad no supone exclusivamente atacar a Montero: implica insultar a cualquiera que piense diferente, a las mujeres valientes que han ido abriendo caminos para llegar hasta aquí. Y para seguir avanzando. Por eso es imposible coincidir con la ultraderecha carpetovetónica hispánica de pelo en pecho, inmutable en su soberbia irreductible. No se entera de que con su execrable conducta evidencia la necesidad urgente de políticas sólidas de igualdad que den a sus actitudes la respuesta que merecen. Es decir, el mayor de los desprecios.

foto: https://www.epe.es/es/politica/20221123/sanchez-ministros-arropan-irene-montero-ataque-machista-vox-79012689

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