En busca del simbolismo perdido: ¿Cuánto queda de Gaudí en la Sagrada Familia?
Pese a que el reconocido arquitecto catalán dejó en dibujos y maquetas el proyecto casi calculado al milímetro, los diferentes maestros que le han sucedido han añadido, suprimido y modificado algunos elementos. ¿Hasta qué punto sigue siendo la Sagrada Familia de Gaudí?
Un siglo y medio después del inicio de su construcción, en 1882, todavía se desconoce cuándo estará terminado el Templo Expiatorio de la Sagrada Familia de Barcelona. El arquitecto que se encargó de su diseño, Antoni Gaudí, sabía que moriría sin verla acabada. Desde entonces, varios han sido los que han dirigido la emblemática construcción para la que el mismo Gaudí dejó dibujos y maquetas detalladas antes de su prematuro fallecimiento. Pese a que todo parecía estar pensado casi al milímetro a finales del siglo XIX, el templo sí que ha ido sufriendo modificaciones con el paso de los años. Aquí no solo surge la pregunta de hasta qué punto la actual Sagrada Familia es de Gaudí, sino también hasta qué punto es negativo que esto no sea así.
Jordi Faulí es el actual arquitecto jefe: “Gaudí ya sabía que esto sería una obra por la que pasarían muchas generaciones, aunque la suya fue la protagonista de un elemento completo, como es la fachada del nacimiento”. Aunque esa parte sí que la pudo terminar, serían sus discípulos quienes continuarían con la construcción, por lo que en los primeros años del siglo XX define el proyecto en dibujos a pequeña escala.
Este profesional de la arquitectura, que lleva formando parte del equipo que construye la Sagrada Familia desde 1990, añade que “cada elemento tiene un simbolismo, y eso es lo que ocurre en 1911, cuando dibuja la fachada dedicada a la pasión”. Según defiende, si cualquier persona coge el dibujo original de Gaudí y lo compara con lo construido, la semejanza es muy elevada.
Los dibujos no fueron los únicos documentos que Gaudí dejó para la posteridad. Unas maquetas de yeso, de gran dimensión, destruidas en 1936, también han servido a sus sucesores para llevar a cabo tamaña empresa. Marià Marín i Torné, historiador del arte y uno de los fundadores del Gaudí Research Institut, añade que es bueno recordar los años en los que el propio Gaudí plantea su proyecto: “Todo el mundo recuerda la Semana Trágica de Barcelona de 1909, por ejemplo. Es un momento en el que se da un gran debate espiritual, político y social sobre el poder y el papel que debe tener la Iglesia”, relata el experto.
Este debate al que se refiere Marín será lo que marcará profundamente la forma final del templo barcelonés y los simbolismos que incorporará. Sin ir más lejos, en la misma fachada dedicada al nacimiento de Cristo, Gaudí incorpora un hecho de actualidad, algo muy cercano al periodismo gráfico. Tal y como explica el historiador del arte, “en esa parte aparece un chico con una bomba, en una capilla en la fachada de entrada, en relación a un atentado anarquista que había tenido lugar en el Liceo”. En este sentido, Faulí afirma que “es posible que, cuando esté terminado el proyecto artístico siguiendo el programa de Gaudí, haya algunas aportaciones debidas a la historia reciente de los últimos años”.
Por otra parte, este historiador del arte afirma que, por regla general, el proyecto no se ha visto demasiado alterado en sus 140 años de vida. “Aquí soy radical: hay continuidad entre lo que el patronato quería y lo realizado por Gaudí, aunque él fuera el primero que cambió lo que había proyectado el arquitecto previo”, relata. Pese a ello, conviene recordar que el propio Gaudí defendía que cada artista y época tienen un espíritu propio, y como tal deberían aportarlo a la obra.
Las modificaciones del plan original
Faulí, asimismo, explica que Gaudí elaboró sus dibujos y maquetas mediante formas geométricas, las mismas que se han utilizado en los proyectos futuros al original. Así pues, la tecnología también ha ayudado a llevar a cabo el Templo: “Gaudí quería que la sacristía fuera el modelo para las seis torres centrales, que son la transformación paramétrica de aquella. Esto se puede hacer mediante programas informáticos a través del dibujo de una pieza”, explica el arquitecto jefe. Él mismo afirma que su empeño está orientado a replicar al máximo posible las maquetas de Gaudí, “y las partes de las que no hay información, hacerlas siguiendo las leyes del proyecto”, en sus propios términos.
Que la torre dedicada a la virgen María, inaugurada en 2021, y coronada con una estrella de doce puntas sea volumétricamente más alta de lo previsto, pese a que estaba calculada con exactitud por el gran arquitecto catalán, es un error para Marín. “Eso ha sido una modificación involuntaria que viene al entender que María es la madre de Dios y teológicamente más importante que un apóstol, así que su torre debe ser más alta. Ese no era el espíritu, y hablamos de un edificio en el que los volúmenes y las proporciones son muy importantes a nivel simbólico”, explica.
Faulí, en cambio, defiende que existen dos croquis originales con alturas diferentes de la mencionada torre, y se han decantado por la más alta, de 138 metros. De todas formas, su equipo sí que ha seguido la estela de Gaudí al utilizar la tecnología punta, al igual que hiciera el maestro del siglo XIX. “Así hemos podido crear paneles tesados para construir las torres. Esto ha producido mejoras porque el exterior es idéntico a lo planificado y nos permite que el interior esté vacío”, añade.
Las grandes vidrieras de la Sagrada Familia también tienen cabida en estas pequeñas modificaciones del proyecto inicial. “Gaudí trabajaba en una técnica basada en la tricromía, la superposición de colores, pero no se ha llevado más allá, sino que se ha hecho otra cosa. No digo que sea un error, simplemente lo discuto”, subraya Marín en referencia a las vidrieras del reconocido artista Joan Vila-Grau.
Por su parte, Subirachs, encargado de parte de la decoración escultórica de la Sagrada Familia, también alteró el programa iconográfico de la fachada de la Pasión, y “se cambió a conciencia expresamente para crear una coherencia con los símbolos”, apuntilla Marín. A ello se suman otros detalles más intangibles, como la fluidez de la luz dentro del templo y la acústica que Gaudí siempre cuidaba sus obras, “un tema que ya ha fallado”, dice este fundador del Gaudí Research Institut.
En busca del simbolismo perdido
Otra de las diferencias entre lo que Gaudí ideó en su momento y el presente está relacionada con el simbolismo. Según Marín, “se trata de un templo expiatorio, es decir, las aportaciones deben venir de cierto sacrificio y esfuerzo, que era como se financiaba la construcción”. De hecho, el mismo Gaudí, cuando se vio obligado a pedir dinero en la calle para conseguir fondos para la iglesia, rechazó una gran suma de dinero de una mujer a quien se lo devolvió por no suponerle ningún sacrificio en su vida cotidiana.
“Ahora la financiación, y la finalización de las obras, responde a un fenómeno turístico y de masas, no al espíritu original. Esto es importante porque al final esas piedras lo que representan es la frontera de la ciudad con un barrio obrero. Gaudí siempre tuvo muy presente esta realidad, hasta tal punto que lo primero que hizo fueron escuelas para los niños y niñas de los trabajadores”, se explaya Marín. Es decir, el simbolismo que contenía el sacrificio que debía suponer la construcción de la Sagrada Familia ya no existe.
Ese simbolismo también aparece en la fachada del Nacimiento, obra completa de Gaudí. “Cogió moldes de la gente del barrio y los puso en la fachada. El Jesús chico es el hijo del carpintero del barrio. No quería hacer un retablo dentro de una iglesia, sino que fuera un templo que mirara hacia la calle”, se explaya Marín.
“Yo defiendo la continuidad, pero también las variaciones. Creo que hay cosas que no son adecuadas pero que tampoco suponen un error, porque si no estaríamos haciendo arqueología gaudinista”, resume su posición Marín, y apunta: “Copiar a Gaudí sería traicionar a Gaudí”. En realidad, pocos son los edificios de tan larga vida que no han sido modificados por el gusto de la época y las necesidades, entre ampliaciones y restauraciones.
La pregunta del millón: ¿cuándo estará terminada la Sagrada Familia? Nadie mejor que su arquitecto jefe para responderla: “Durante los años de pandemia apenas hemos podido construir porque las entradas de visitantes descendieron mucho, y reemprender la obra no ha sido fácil. Aunque en su momento pensamos en terminarla en 2026, para ese año tendremos solo la torre central”, responde en referencia a la fecha en la que se conmemorará el centenario de la muerte
de Gaudí. “Dentro de menos de un mes habremos acabado las torres de San Lucas y San Marcos, y para el año que viene estarán las de San Mateo y San Juan. Entonces quedarán partes menores, pero también importantes, y no estamos en disposición de dar ninguna fecha concreta de finalización”, concluye Faulí.
Por GUILLERMO MARTÍNEZ
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