Las aplicaciones de mensajería entrañan riesgos que no todos los padres advierten.

La complicada relación de los niños con las pantallas empieza bien pronto, desde el momento en que sus padres les dejan el teléfono para que se entretengan. Otro momento en el que se complican las cosas es cuando reciben su primer teléfono… con WhatsApp. Los expertos no se cansan de alertar sobre el peligro de que los chavales manejen aplicaciones que, por su edad, no son capaces de controlar. Y ésta es una, por inofensivo que pueda parecer el intercambio de mensajes.

Las condiciones de uso de WhatsApp exigen al usuario tener al menos 16 años para registrarse y utilizar el servicio. Sin embargo, el estudio sobre hábitos digitales ‘De Alpha a Zeta, educando a las generaciones digitales’ revela que un 63% de los chavales españoles, muchos de ellos menores de 16, lo usan con frecuencia.

Ahora bien, ¿existe realmente una edad a partir de la cual resulte una ‘app’ segura? ¿Son esos 16 años que marca su normativa suficientes? Eduardo Cruz, CEO de la firma Qustodio, responsable del citado informe, da una orientación: «Si entendemos la seguridad en plataformas de comunicación como la protección digital absoluta, seguramente ni los adultos estemos preparados para su uso. Los expertos solemos situar el umbral a partir de los 14 años, pero hay que tener en cuenta que es un criterio orientativo: la madurez del menor y su comprensión de las implicaciones del empleo de las herramientas de comunicación ‘online’ son los factores más importantes».

Dicha comprensión depende, en buena medida, de la educación que los menores reciban de sus padres en cuanto a la utilización de los dispositivos, advierte Cruz: «No podemos pretender que nuestros hijos hagan un buen uso de la tecnología si nosotros somos los primeros que estamos ‘empantallados’». También hay que ser consciente, dice, de que los padres somos los que marcamos el ritmo de la educación digital de los menores. «No podemos aspirar a que nuestro hijo no use WhatsApp hasta los 14 años si le regalamos un móvil a los 8. Tenemos que ser coherentes entre lo que decimos y lo que hacemos. Si el menor se acostumbra a jugar con el móvil de su padre cada tarde, cuando tenga teléfono propio no podemos exigirle que no quiera jugar a videojuegos».

Los principales riesgos

Educadores y expertos en bienestar digital identifican tres peligros potenciales para cualquier menor de edad en las aplicaciones de mensajería:

Ciberacoso

El más evidente es el ciberbullying: mediante las nuevas tecnologías, las situaciones de acoso no terminan cuando el adolescente vuelve a casa, sino que continúan a través de sus perfiles en redes sociales o de WhatsApp (comentarios hirientes, insultos, amenazas…). A menudo también acaba protagonizando publicaciones virales o ‘memes’, convirtiéndose en el hazmerreír de cientos (cuando no miles) de desconocidos en Internet.

Desconocidos

Cualquier persona con el número de teléfono del menor puede enviarle mensajes de texto, imágenes, vídeos o audios indeseados sin que sus padres tengan conocimiento de ello.

Cuando esto ocurre suele tratarse de adultos que se hacen pasar por otros menores para conseguir información personal, imágenes sensibles e incluso encuentros con finalidad sexual (‘grooming’). El informe de Unicef ‘Impacto de la tecnología en la adolescencia’ da la medida del problema: uno de cada diez adolescentes ha recibido proposiciones sexuales en Internet por parte de un adulto.

Adicción

El tercer riesgo al que se enfrentan los chavales conectados deriva del uso abusivo de WhatsApp, especialmente durante la noche. A este respecto, Cruz recomienda «evitar que los menores pasen excesivo tiempo con las pantallas solos y con la luz apagada. Más allá de los problemas visuales que genera, puede derivar en adicciones y conductas nocivas para su desarrollo» porque las horas que dedican a las pantallas por la noche se las están quitando al sueño, lo que también afecta al rendimiento académico.

¿Cómo proteger a los menores?

Afortunadamente, los padres disponen de herramientas para salvaguardar a sus hijos de las amenazas descritas. Quizás la más evidente sea limitar el acceso a ordenadores y móviles a determinadas horas y en determinados lugares: durante las comidas, dos horas antes de ir a la cama… También se recomienda sacar los dispositivos del dormitorio para así evitar que el niño acabe cayendo en la tentación.

La concienciación es otro factor clave a la hora de proteger a los menores de la difusión de contenidos inapropiados, explica Cruz: «Deben entender que cualquier información que envíen a través de internet puede acabar en manos indeseadas. Para ello, las estrategias más efectivas son las siguientes: explicar a los adolescentes los peligros del sexting, hacer que se pongan en el lugar de las personas que ven expuesta su intimidad involuntariamente y que entiendan que enviar y reenviar imágenes sin consentimiento es un delito».

A fin de cuentas, se ha de procurar la comunicación en el ámbito familiar; que los menores se sientan capacitados para informar a sus padres si alguien les acosa o algún desconocido les envía mensajes a través de las aplicaciones de mensajería. Sólo así se es consciente del problema y puede actuarse en consecuencia.

José Carlos Castillo

FOTO : CLARA LEÓN

https://www.ideal.es/vivir/tecnologia/edad-seguro-tener-whatsapp-20230403001257-ntrc.html

 
 

 

A %d blogueros les gusta esto: