Continuar con la rutina invernal asfixia el rostro: 8 errores comunes que destrozan la piel cuando llega el calor
Los expertos señalan que, por mucho que nos cuidemos la piel, algunos errores comunes provocan que los productos no funcionen como deberían. Estos son los más frecuentes.
Gran parte de nuestro presupuesto en belleza va dedicado al cuidado de la piel del rostro. Pero si cometemos errores de nada sirve la inversión. Sabemos que los pasos de la perfecta rutina incluyen la aplicación de contorno de ojos, sérum, hidratación y protección solar. Y también somos conscientes de la importancia de adaptar las texturas y los activos utilizados al estado cambiante piel en cada momento del año. Con un verano cada vez más largo y con temperaturas extremas que aparecen de golpe, continuar con la rutina invernal asfixia la piel, que ni pide ni necesita lo mismo. “Con el frío la tez permanece aletargada para protegerse de las bajas temperaturas y luchar contra la pérdida de nutrientes. Pero en primavera reactiva toda su energía para enfrentarse al calor. La histamina de la sangre también se eleva para luchar contra el cambio de estación, de ahí que aparezcan alergias como prurito, mayor sensibilidad, tirantez o picores, etc. Esta situación debilita la barrera de protección de la piel y sus funciones de hidratación, y oxigenación. Además, el estrés aumenta y eleva el cortisol que afecta a la producción del colágeno”, comenta la facialista y terapeuta Yvette Pons. Estos ritmos biológicos son necesarios para afrontar la nueva estación pero si fallamos con la rutina o la hacemos incorrectamente corremos el riesgo de provocar inflamación. Como describe Pedro Catalá, cosmetólogo fundador de Twelve Beauty “una piel inflamada tiene más arrugas y líneas de expresión y es más propensa a perder antes de tiempo la firmeza y la elasticidad. A simple vista se pueden apreciar manchas, falta de luminosidad y un tono poco uniforme. Al tacto, tiene una textura áspera y rugosa”. Además, los expertos señalan que, por mucho que nos cuidemos la piel, puede que estemos cometiendo errores que provocan que los productos no funcionen como deberían. Estos son los más frecuentes cuando llega el calor.
-Continuar con la misma hidratación. Cuesta desterrar la crema de invierno, pero no es buena idea seguir con ella cuando aparece el calor a no ser que tengamos una piel extremadamente seca. “El frío provoca vasoconstricción y deja la tez menos irrigada, blanca y seca, por lo que necesita una hidratante que además de agua y lípidos, tenga cierto grado de oclusividad, es decir, forme una capa que impida que el agua se evapore. Con el calor pasamos al estado de vasodilatación y este factor no es imprescindible a no ser que estemos en el desierto. En verano es importante empezar con la limpieza, aplicar un sérum y continuar con un protector solar de amplio espectro y de textura ligera enriquecido con activos humectantes como la glicerina, el ácido hialurónico, el aloe y las vitaminas E y C. De esta forma podemos prescindir de la hidratante y evitar la pesada acumulación de capas. Además, la transpiración aumenta y la proliferación bacteriana encuentra un entorno favorable en los productos oclusivos que puede provocar la aparición de granitos e imperfecciones”, indica Silvia Oliete, directora y fundadora de los centros Blauceldona y de la línea cosmética SO.
-Creer que el sol beneficia a las pieles grasas. El sol provoca un ligero efecto secante y muchas personas de piel grasa descuidan la hidratación e incluso la protección solar porque temen los brillos y huyen de las texturas densas. Para Elisabeth Álvarez, directora de InOut y autora del libro Guía para una belleza inteligente, “es cierto la radiación mejora un poco la piel grasa, siempre y cuando la exposición sea muy baja. Si es prolongada, al sentir sequedad, provoca un efecto rebote en el que se produce más grasa y el acné empeora. La línea entre los beneficios y el daño es realmente muy pequeña. Y en verano, los brotes de acné suelen dejar marcas. La piel grasa transpira más y este es el motivo real de los brillos, no la hidratación. Estas pieles deben utilizar cremas hidratantes ligeras con base acuosa que no engrasan, y protección solar a medida indicada para pieles grasas con acabado mate e invisible. Pueden prescindir de la hidratante, pero nunca de protección solar. Hay solares con SPF alto que incluyen hidratación y color para simplificar la rutina en un simple gesto”.
-Desterrar el retinol. El activo estrella del invierno utilizado de noche para renovar la piel genera un mar de dudas en verano. Todo son miedos. ¿Podemos seguir con él? “Por supuesto. Se puede seguir utilizando en la rutina de noche si la piel ya está acostumbrada desde el invierno, aunque lo ideal es bajar un poco la concentración por ejemplo al 0,3%. Lo que no recomiendo es empezar a introducirlo por primera vez en los meses de verano porque genera una hipersensibilidad en el período de adaptación que produce cierto respeto. Este período, de alrededor de un mes, es lo que se llama retinización de la piel.”, aclara el doctor Dr Giraldo Ruiz del equipo de medicina estética de la Clínica Martín Yerro Amselem.
-Pasarse con las exfoliaciones: Tenemos interiorizado el mantra de que para lograr un tono luminoso y saludable la piel debe de estar libre de células muertas. “Es cierto, pero no aconsejo la exfoliación física con productos granulados porque es agresiva y, además, ya utilizamos muchos principios activos renovadores en nuestra rutina diaria. El ácido glicólico, el ácido salicílico y el retinol ejercen una microexfoliación diaria. Si añadimos la física la piel queda muy expuesta y se vuelve sensible. En realidad, estamos exfoliando demasiado la piel. Muchas personas frotan con cepillos y luego se secan la cara con toalla que también provoca una exfoliación. Con una buena rutina diaria la piel no necesita exfoliación extra, a no ser que esté muy asfixiada. También se ha puesto en boga la exfoliación de labios y no lo recomiendo en absoluto. Su piel apenas tiene capa superficial y la exfoliación reseca más e incluso puede provocar herpes y heridas. Los labios con pielecitas sólo necesitan un protector solar de día y protección nocturna con un bálsamo súper hidratante”, aclara Álvarez.
-Simplificar la limpieza: Es el pilar de la belleza, sin ella nada de lo que apliquemos después funciona, y aunque es bueno adaptarla cuando suben las temperaturas nunca podemos dejarla de lado. Como explica Elisabeth Álvarez “muchas de mis clientas la simplifican, no se limpian por la mañana y por la noche utilizan solo agua micelar o termal. Estos productos son un complemento calmante o hidratante para aplicar a lo largo del día, pero por sí solos no logran eliminar las impurezas, ni los restos de maquillaje ni las máscaras waterproof ”. Para la facialista Silvia Oliete “es fundamental adaptar la doble limpieza a las altas temperaturas. Podemos comenzar con una crema o bálsamo para retirar el maquillaje y los restos de SPF y acabar con una espuma. Además de eliminar cualquier resto graso en la superficie, aporta una sensación muy agradable de frescor y mejora la permeabilidad de la piel para que absorba más y mejor el sérum y la crema”.
-Pensar que el daño solar afecta solo al rostro: Un clásico que nos pilla desprevenidos. “Hay conciencia del daño solar pero sólo nos ocupamos del rostro y pensamos que se acaba en la barbilla. De repente, nos desprendernos de capas de ropa y mostramos brazos, piernas, escote y aquí nadie aplica protección solar a no ser que vaya a la playa. Estas zonas quedan totalmente desprotegidas y aparecen muchas manchas por tomar el sol de forma involuntaria en terrazas o en la calle. Lo ideal es utilizar a diario un solar corporal de textura ligera”, comenta Oliete.
-Guardar los cosméticos en la nevera: No es raro, sobre todo en verano, recurrir el frigorífico como aliado para refrescar los productos cosméticos. Ahora bien ¿es necesario hacerlo? “Si no viene especificado en su envase, no. Los únicos productos que se deben guardar en la nevera son fórmulas que no son auto-estables o cuyo frasco no está diseñado para asegurar la perdurabilidad del producto. Sin embargo, esto es muy poco habitual en cosmética, ya que lo normal es trabajar con formulaciones estables a temperatura ambiente», explica Estefanía Nieto, directora técnica de la firma Omorovicza. ¿Y por qué tenemos la costumbre de guardar el contorno de ojos en la puerta del frigorífico? «Tenemos interiorizado que el frío descongestiona, algo que es cierto porque favorece la microcirculación, y esto mejora el contorno de los ojos por su tendencia a inflamarse. Sin embargo, estos tratamientos no están diseñados para conservarse en frío y la fórmula se puede estropear. Muchos incluyen un roll-on de base metálica que ya causa sensación de frescor, o incorporan ingredientes descongestionantes como la cafeína, el té negro o la hesperidina», afirma Diana Suárez, directora técnica de RevitaLash Cosmetics.
-Usar el protector solar del año pasado. Los filtros solares caducan, pierden sus propiedades y dejan de funcionar correctamente. Según la legislación actual de la UE, todos los productos cosméticos deben mostrar una fecha de caducidad visible o fecha de duración mínima. No obstante, los productos con una duración mínima de más de 30 meses (es decir, dos años y medio) no necesitan fecha de caducidad. Pero sí deben indicar el período tras la apertura (PAO, por sus siglas en inglés, Period After Opening) en meses. En el caso de los protectores solares, éste suele ser el único indicador que aparece a través de un pequeño símbolo en forma de tarro abierto y que indica cuánto tiempo puede pasar tras la apertura del envase sin que el producto cause daño alguno al consumidor. Normalmente los protectores solares tienen un PAO de 6-12 “Otro error que cometemos es bajar la protección o prescindir de ella cuando ya estamos bronceados. Es cierto que los fototipos oscuros se queman con mayor dificultad, pero toda piel sufre los efectos dañinos de la radiación sin excepción”, afirma Álvarez. Y advierte del peligro de la nueva obsesión viral por las pecas. “Los filtros de TikTok han desatado la pasión por las pecas y se exponen al sol sin protección para que les salgan. Las pecas son depósitos de melanina que salen en forma de puntitos y, aunque suelen desaparecer en invierno, siempre indican daño solar. Estas pieles deben extremar la protección porque son muy propensas a sufrir melanomas y toleran muy mal la radiación”.
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