La forma de hacer política que ha creado la derecha queda cristalizada en una estrategia, la del antisanchismo, que merece la pena revisar. Se trata de desalojar a Pedro Sánchez de la Moncloa a toda costa, por los medios que sea, sin descartar los más viles. Y desde hace cuatro años, se viene oyendo que Sánchez es un Presidente ilegítimo, porque habiendo dicho que no pactaría con Bildu, lo hizo, algo que supuestamente deslegitimaría su mandato. Callan, interesadamente, que Sánchez ganó dos veces en las urnas. Si los comprometidos con la legitimidad hubieran querido, Sánchez habría llegado a la presidencia sin Bildu: habría bastado con que el PP se hubiera abstenido, en vez de votar no en la investidura. Y lo hizo porque, pese a su cacareado patriotismo, lo que perseguía era una tercera confrontación electoral, por si se hacía con el poder, aunque fuera con los de VOX.Otra jugada del antisanchismo de nuestra caverna, ha sido el intento de deslegitimar el gobierno resultante, gobierno que ha sido adjetivado de comunista, bolivariano, filoetarra e independentista… algo que parecería un ramalazo de surrealismo al estilo de los hermanos Marx, si no fuera tan patético: ¿quién me aclara qué es ese estado bolivariano, filoetarra e independentista? Si se le preguntara a gente como Casado, Feijóo o la propia Ayuso no tendrían respuesta, porque es un absurdo, que crearon ellos y que hasta ahora no les ha dado el resultado apetecido. Solo ha calado en gente de escasa capacidad crítica, que, eso sí, repite la estupidez como si se la creyera.Si se repasan los hechos, toda ley aprobada por el Congreso acaba en el recurso de inconstitucionalidad, que meses después resulta derrotado. Es que esta derecha, escasamente democrática, no soporta según qué realidades sociales y tiende al abuso de los altos tribunales. Y si hablamos de sus comparecencias en el exterior, suelen ser inoportunas, coincidir con visitas internacionales o con momentos en que en Europa se debate sobre concesión de fondos a España.Renuncio a añadir la astracanada de los últimos días sobre la ilegalización de Bildu, algo que se les ha ido de las manos incluso a los creadores de la patraña: no ha sido Sánchez quien ha llenado las candidaturas de gente con delitos de sangre, algo que sabíamos todos, pero que interesaba imputarle a Sánchez, con plena conciencia de la desvergüenza que supone recurrir a trucos de tan escaso calado moral.El PP lleva en sus genes ideológicos el axioma de que son ellos los merecedores del poder, algo así como por la gracia de Dios, y que las urnas den el gobierno a una fuerza de izquierdas (si es que a estas alturas el PSOE lo es, que yo creo que no) es algo que les produce un escozor difícilmente superable. Si se mantienen en la admiración y el apoyo al franquismo, cómo van a aceptar que pueden estar en la oposición. Sale más rentable desprestigiar, incluso basándose en embustes que se reproducen como si fueran verdad. Este es el PP por sí mismo. Si hablamos del PP apoyado en VOX, basta con pensar en la propuesta de poner el latido cardíaco de un feto a la mujer que se plantea el aborto y ya nos acercamos al medievo mental.

Nuestros patriotas en una imagen de PúblicoNo soy un entusiasta de Pedro Sánchez, a cuya gestión le veo muchas fisuras (junto a indudables aciertos), pero los ataques inmisericordes de que ha sido objeto me lo ponen en el punto de mis simpatías, por lo que lo he votado por correo. No sé si habrá mucha gente que reaccione a la beligerancia contra él de modo análogo. Ya me gustaría, pese a los vaticinios de las encuestas.Reconozco que mi punto de vista está sesgado hacia el partido que yo hubiera deseado que fuera el mío, y del que me salí tras siete años de militancia, sintiéndome, como decía Muñoz Molina, un socialista sin partido. Pero las encuestas se empeñan en dar los avances más inexplicables para mí (mayorías absolutas incomprensibles, gobiernos en ciudades que hasta ahora eran del PSOE…), de ahí mi urgencia por hacer patente el sistema de mentiras en que se basan esos eventuales resultados, siempre según mi segada toma de postura. Sesgada, supongo, por los riegos ilegales, o la urbanización de lujo de Doñana, por los proyectos descabellados pero rentables aun a costa del medioambiente, por las subvenciones a los colegios de lujo y la desatención a los de la red pública de centros, por esa concepción global de la política que lleva a identificar la libertad, teóricamente usurpada por Sánchez durante el confinamiento, con poder tomar una cerveza mientras morían como chinches los mayores de las residencias, por tantos y tantos desvaríos y mentiras que todos hemos oído, repetidos como mantras, incluso en gente que siempre habíamos considerado sensata. Las figuras de Cuca Gamarra, Elías Bendodo, Pablo Casado, Díaz Ayuso… tendrán su mención en la historia general de la infamia, si algún historiador le toma prestado el título a Borges.En síntesis: cada ciudadano es dueño de su voto. Pero también es responsable del mismo, y de sus efectos. No nos planteemos echar a Sánchez sin prever lo que puede llegar a ser un Feijóo o una Ayuso en la Moncloa, acompañados o no de sus mariachis de VOX. Demasiado lúgubre.Alberto GranadosFOTO: Pedro Sánchez en una imagen oficial de la Moncloahttps://albertogranados.wordpress.com/

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