Capitanear el cambio ante un desafío climático nunca visto
Los líderes empresariales tienen la oportunidad de abanderar una nueva forma de hacer negocios, basada en el impacto positivo tanto en el medio ambiente como en la sociedad. El desafío es complejo: la emergencia climática. Pero iniciativas como el Círculo de Impacto B demuestran que hay margen de respuesta
Todas, absolutamente todas las personas, debemos actuar ante una emergencia climática con repercusiones globales. Y, de momento, reversibles. Para que sus consecuencias no vayan a más, Gobiernos, sector privado y ciudadanía tienen una responsabilidad común. Este triángulo se retroalimenta mediante acciones y decisiones que, bajo la visión de José Armando Tellado, director general de Capsa Food, deben desembocar en un “modelo compartido y, por tanto, consensuado que ha de ser sostenible ambientalmente, pero también económica y socialmente”.
José Armando defiende con convicción esta idea. Y lo hace junto a otros 15 altos directivos y directivas de grandes compañías referentes en España. Todos ellos se han unido para dar forma al Círculo de Impacto B, un grupo de líderes empresariales afines al Movimiento B Corp que han tomado conciencia y que depositan sus esfuerzos en que más colegas se unan a una causa apremiante: “Ninguna empresa es viable en un mundo que se extingue”, se puede leer en su manifiesto fundacional.
Es una batalla de largo aliento, admite Natalia Berenguer, secretaria general de Danone sur de Europa. “Es difícil apreciar el impacto de la lucha contra la emergencia climática en el corto plazo”, ya que exige de una “fuerte inversión” y, quizá, lo más contradictorio en el hasta ahora vigente modelo empresarial de consumo frenético y desbocado: “Muchísima paciencia”.
Ambos líderes saben bien que, para conseguir la transición hacia una economía de impacto positivo, habrá acciones más sencillas de implementar y otras que implican una transformación “compleja que requiere de cambios sustanciales”. Frente a este proceso, apunta Berenguer, aparecerán, en algunas ocasiones, “resistencias internas y externas”.
Es clave que más líderes empresariales apuesten y materialicen modelos de negocio sostenibles que cuenten con mayor visibilidad y reconocimiento
“Por eso es importante el papel de un líder empresarial que piense en el propósito de esta transformación y que se mantenga firme en sus decisiones, a pesar de que sea una lucha a largo plazo”, sentencia.
Al respecto, Tellado reflexiona en voz alta sobre el papel que directores y directoras generales como él tienen para que los modelos de negocio de sus compañías “jueguen a favor” de la regeneración de los ecosistemas naturales, “de tal manera que estos puedan seguir dando sus frutos para las próximas generaciones”.
Tiempo atrás, en 2008, era impensable descifrar qué escondían siglas como ASG (referidas a los criterios ambientales, sociales y de gobernanza). La crisis económica de entonces tambaleó los cimientos de “todo el sistema empresarial”, quedando deslegitimado, observa Berenguer. Esos hechos dieron lugar a una “cultura empresarial alternativa” espoleada, en parte, por una ciudadanía más empoderada, con capacidad de influir en las decisiones políticas y de las organizaciones a través de sus actos y decisiones de compra. El punto de inflexión definitivo, completa, fue lo que vino en 2020, tras otra crisis generada, esta vez, por la pandemia: entre la polarización y la incertidumbre, empezó a germinar un “modelo empresarial con propósito” que busca generar un impacto positivo no solo en los accionistas sino también en todos los “grupos de interés” (como proveedores, clientes, trabajadores, consumidores, comunidades en las que opera y sociedad en general. El mensaje, insiste, es claro: “Sin propósito, a largo plazo, el negocio no será sostenible”.
Cuestión de viabilidad
Las empresas no son ajenas a una tendencia imparable: la humanidad pide garantizar un futuro. Y, en ese horizonte, también hay números que se empiezan a vislumbrar. El año pasado cerró con 1.032 entidades asociadas al Pacto Global de Naciones Unidas en España, registrando un crecimiento del 11% respecto al ejercicio anterior. El número de organizaciones que emiten informes de sostenibilidad en el IBEX también crece. A nivel global, ya hay casi 7.000 empresas B Corp que cumplen con los altos estándares de desempeño social y ambiental, transparencia y responsabilidad legal requeridos para serlo. Aparecen nuevas figuras como los directores de sostenibilidad (CSO, por sus siglas en inglés), cuyo objetivo es medir el impacto medioambiental de la empresa y potenciar las políticas verdes en sintonía con la legislación. Y herramientas de medición y gestión del impacto empresarial como la Evaluación de Impacto B o el SDG Action Manager ya cuentan con más de 200.000 usuarios registrados.
A ese puzle sostenible, Tellado le añade la “transparencia” para que el consumidor utilice la información “de manera adecuada y lleve a cabo la mejor elección de compra”. En otras palabras, sensibilizar y hacer pedagogía para que cada persona sepa la importancia que tienen sus decisiones “a la hora de jugar a favor de la naturaleza y frenar los efectos del cambio climático”.
Ambos coinciden en que aquellas organizaciones que velan por el bienestar de las personas y el planeta deben ser capaces de “medir e interpretar” el impacto que generan y “comunicarlo de forma efectiva”. Solo así se creará un modelo cristalino donde la sociedad podrá comprobar “quién está jugando a favor de la generación de impacto positivo y premiar este comportamiento”. Hará falta, agrega Berenguer, que esta cultura se interiorice “en la estrategia del negocio”.
De cara a los Estados, recuerda que hay fórmulas vigentes y cuya repercusión es tangible: medidas de fiscalidad verde; el fomento de la compra pública verde; la inclusión de criterios en concursos, subvenciones o ayudas que propicien dicha transformación. Sin ir más lejos, una de las principales reclamaciones que impulsa actualmente el Círculo de Impacto B es la aprobación en nuestro país del reglamento de la figura jurídica de Sociedad de Beneficio e Interés Común (SBIC) “con las que se reconoce a aquellas empresas que generan beneficio social y ambiental, además del económico”.
Carrera cero emisiones
Eran los primeros coletazos de la pandemia (junio de 2020), pero eso no impidió que se conformase, vía webinar, la Alianza por la Acción Climática: en ese primer momento, fueron 996 compañías (algunas de las más grandes del mundo) las que se comprometieron a llegar a la meta de las cero emisiones para 2050. Esa cifra, a finales de 2022, ya alcanzaba las 8.238 empresas.
“Somos muchas las empresas que estamos implementando iniciativas para reducir nuestros consumos energéticos, incorporar renovables, reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, o mejorando nuestro uso de los recursos naturales y nuestra relación con ellos”, defiende Tellado, para quién “el salto definitivo” llegará cuando se alcancen “nuevos modelos de rentabilidad” en los distintos sectores y el adjetivo sostenible “ya no sea necesario”.
La iniciativa impulsada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) deja bien claro que hace falta potenciar un espíritu de colaboración público-privada, tanto para el desarrollo de nuevas tecnologías que permitan avanzar en el objetivo, como para que consumidor y sociedad se sientan parte responsable y activa de la descarbonización.
Vanguardia de la industria agroalimentaria
Tanto Capsa Food como Danone, empresas B Corp, avanzan en la consecución de estos objetivos con compromisos en firme. El sector agroalimentario, al que pertenecen ambas compañías, contribuye en un 10,5% al total de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), según la Agencia Europea del Medio Ambiente, mientras que en España, por su parte, englobaron el 14% de las emisiones de GEI a marzo de 2022, según un informe el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco).
Ambos líderes destacan los esfuerzos hechos por sus respectivas industrias: el sector alimentario (que emite un cuarto de los GEI mundiales) es, al mismo tiempo, “uno de los que más contribuye a compensar su CO2″ con la transformación del modelo agroganadero. De hecho, desde 1990, las emisiones de GEI en esta actividad económica “se han reducido en intensidad en casi un 50%”, subrayan.
Sector primario y mundo rural serán protagonistas de “buena parte de la respuesta” para lograr un crecimiento económico sostenible
El sector participa de manera decisiva, además, en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por la ONU como parte de la Agenda 2030. “Tenemos una relevancia crucial en la consecución de todos los ODS”, afirma Tellado. En el caso de Capsa Food, su actividad se vincula a diversos objetivos, desde los básicos (el 1, por el hambre cero, o el 2, para poner fin a la pobreza) hasta puntos tan clave como el 8, que promueve un crecimiento económico sostenible. Al respecto, considera “fundamental” el apoyo al sector primario y al mundo rural, protagonistas de “buena parte de la respuesta”: hay que intensificar los esfuerzos en “acompañar a nuestra última frontera con la naturaleza” para que siga siendo una herramienta crucial en la consecución de los objetivos.
Por parte de Danone, se comprometen a al menos ocho de los ODS, de los que Berenguer hace hincapié en el número 3 (salud y bienestar), el 12 (producción y consumo responsable) y el 13 (acción por el clima).
Pero aún queda mucho camino por delante, aunque los pasos dados por ambas empresas sirvan como referencia. En este sentido, Tellado subraya que es vital incentivar la sostenibilidad entre loss proveedores; medir la huella de carbono de todos los procesos; reducir el desperdicio alimentario; implantar planes de eficiencia energética y del agua; apostar por la innovación y establecer una economía circular para evitar cero residuos en el vertedero.
A su vez, Berenguer destaca la necesidad de apostar por la circularidad e incluirla, como “pilar fundamental de la estrategia de sostenibilidad y de negocio”. En este sentido, Danone ya impulsa iniciativas basadas en el rediseño, la reducción, reutilización y reciclabilidad de los envases.
Berenguer aporta además otras claves, como el fomento de una agricultura regenerativa “que secuestre el CO2 emitido”, con el objetivo de conseguir la reducción del 30% de emisiones de metano procedentes de la leche fresca para 2030 (parte del Compromiso Global sobre el Metano de la ONU), siendo parte del 6% de las empresas españolas comprometidas a adoptar estos objetivos de reducción basados en la ciencia y validados por el SBTi (Science Based Targets Initiative).
Ejemplos hay, como demuestran ambos líderes, para aspirar a otro modelo comprometido con la preservación del planeta. Pero requiere de un cambio “del crecimiento al desarrollo”, apremia Tellado. “No solo debemos generar beneficio económico, sino más y mejores recursos disponibles para las siguientes generaciones”. Y es que nos encontramos, en un contexto en el que la sociedad ha entendido que la actividad empresarial “no genera unos beneficios exclusivamente en una foto fija; sino que genera un impacto continuado sobre el futuro”. El camino, concluye Berenguer, requerirá que “los líderes de verdad entiendan la necesidad y el impacto positivo que luchar contra la emergencia climática tiene sobre el negocio”.
En última instancia, la crisis climática dependerá “de todos, y solo juntos conseguiremos hacer frente a este enorme desafío”.