25 noviembre 2024

Localización
Por la A-92 dirección Jaén, en la salida E-902/A-44. Se coge la carretera nacional N-323, y en la primera rotonda se sale en la tercera salida.

Pedanía situada a orillas del rio Cubillas, en la cara noroeste de Sierra Elvira. Según el Padrón Municipal, en el año 2015, hay 554 habitantes censados, distribuidos por los núcleos de la Urbanización Los Cortijos y Ribera, Urbanización Balcón de Cubillas, Señorío del Cubillas y Llanos de Silva, además de Caparacena.

La estructura urbana del núcleo de Caparacena se apoya en la carretera que enlaza el Pantano de Cubillas con Pinos Puente. A partir de esta vía, donde se ubica la Iglesia y la Plaza, se ha ido formando de forma radial el entramado urbano. Sus calles son amplias y dejan vacíos entre las edificaciones que funcionan como plazas y lugares de aparcamiento.

Los edificios, mantienen los materiales y las características originarias, con una o dos plantas de altura y escasos huecos aleatorios. Existe gran uniformidad en cuanto a acabados, fachadas encaladas, cubiertas de teja, aleros de cobija saliente… La plaza principal, única debidamente urbanizada, posee buenas vistas hacia el Río Cubillas y la Sierra.

En cuanto a dotaciones existe un Centro Cultural (inaugurado en 1994) que ha ayudado a sostener la vida cultural de residentes y visitantes. En este sentido son destacables las fiestas del lugar. En el mes de Agosto era tradición que los habitantes de Pinos Puente organizaran una romería hacía Caparacena. Actualmente el día 17 de Enero se celebra la festividad de San Antón. Desde hace años los vecinos acogen con especial simpatía a más de un millar de personas para degustar la tradicional olla de San Antón. Durante tres días el pueblo vive sus fiestas con todo un elenco de actividades, como conciertos de música, exhibiciones, bailes, degustaciones de vino y jamón, comidas populares, chocolatadas…

Reseña Histórica

Etimológicamente hablando el nombre de Caparacena tendría su origen en la época romana y según su antropónimo era la Villa de Caparatius o Caprasius, ubicada en un territorio densamente poblado de asentamientos romanos alrededor del Cubillas. Con el paso del tiempo este topónimo sufrió adaptaciones fonéticas del árabe y posteriormente del castellano. En la época de los asentamientos árabes, la alquería de Caparacena se llamaba Qarbasana, y pertenecía al distrito de Albalat (Albolote) de las alquerías de Granada. En ella nació el abuelo del árabe Aamdani Sawwar, uno de los ulamas árabes y jefe de otro distrito, que atacó la propia Madinat Ilbira en la segunda mitad del siglo IX. En el siglo XVI Caparacena es un lugar anejo a la Parroquia de Pinos con el nombre de Carparena.

Desde 1627 era jurisdicción del señor Marqués de los Trujillos, creando el rey Felipe IV el título nobiliario español de Vizcondado de Caparacena, a favor de Don Antonio Álvarez de Bohórquez y Girón y nombrado en 1632 I Marqués de los Trujillos. Este, estuvo casado con doña Juana Ximénez de Góngora, pero su descendencia la tuvo con doña Jerónima de Benavides, siendo don Alfonso Álvarez de Bohórquez de Benavides el II Vizconde de Caparacena y II Marqués de los Trujillos. Aunque los Marqueses de Trujillos se siguieron titulando Vizcondes de Caparacena, la realidad es que esta última dignidad había quedado suprimida con tal denominación en virtud de la transacción y concordia efectuada, aproximadamente en 1654, entre don Alfonso Álvarez de Bohórques y don Luis Jiménez de Góngora, pasando el vizcondado y toda la herencia a este último con la denominación de Puebla de los Infantes.

En el siglo XIX Caparacena pertenecía a Nicolás Mauricio Álvarez de las Asturias Bohorques y Vélez Ladrón de Guevara, siendo también el I Duque de Gor y VI Marqués de los Trujillos. En 1997 el Vizcondado de Caparacena fue rehabilitado por D. Mauricio Álvarez de Bohorques y Silva, VI Duque de Gor, siendo su hijo D. Mauricio Álvarez de Bohorques y Álvarez de Toledo, el que ostenta en la actualidad el título de III Vizconde de Caparacena tras la cesión efectuada por su padre en 1999.

En el siglo XVIII la villa de Caparacena era un territorio fértil, de regadío y secano en la que se sembraba cereales y otras semillas, además de tener una viña de ciento cinco marjales. La población era de dieciocho vecinos, catorce dentro de ella y cuatro restantes en las casa de campo conocidas como el cortijo de Armengol, el de Silva, Vatán y molino harinero, dedicados a la labranza, caza y aves domésticas. Todos los vecinos pagaban sus rentas al dueño de las mismas.

En el siglo XIX, según el diccionario geográfico estadístico histórico de Pascual Madoz, Caparacena era municipio de la provincia, con ayuntamiento, diócesis, audiencia territorial y capitanía general de Granada, con partido judicial de Santa Fe y feligresía de Pinos Puente. Tenía 35 casas, entre ellas la del Duque de Gor, que disfrutaba del señorío del pueblo, en la cual celebraba el ayuntamiento sus sesiones, otra que sirvió de cárcel y una capilla, propia del mismo Duque, dedicada a San Antonio Abad, sirviéndola un capellán. Su población era de cuarenta y cinco vecinos y doscientas cinco almas.

Ya en el siglo XX durante la Guerra Civil española hay constancia de la existencia de un Campo de Concentración y Trabajo del Bando Nacional. Comenzó a funcionar en el año 1939 y se desconoce su fin, aunque sí se sabe que albergó a 2.456 prisioneros republicanos. A mediados del siglo XX la política social rural franquista provocaron penosos y trágicos enfrentamientos en el campo granadino. El incumplimiento de lo establecido sobre la instalación de los colonos en la tierra trajo consigo la aparición de un fuerte malestar entre la población campesina y jornalera de la provincia. Desde 1951 el enfrentamiento de colonos y propietarios se hizo evidente en varias localidades granadinas: Huéscar, Moreda, Alhendín y Caparacena.

Iglesia de Caparacena

Finalizada la guerra civil los propietarios agrícolas de Granada habían seguido una política de “recogimiento” de tierras, habiéndose empleado para ello distintos procedimientos para conseguir ese propósito. En Caparacena, en el 1955, la difícil situación económica del municipio hacía que la mayor parte de sus habitantes vivieran exclusivamente de la tierra, la cual estaba en manos de un único propietario, el Duque de Gor. El anuncio de desahucio de los colonos por parte del administrador, Antonio Mercado levantó las iras de aquéllos que querían que se cumpliera estrictamente lo dispuesto por la Ley de Colonización. La negativa del Duque de dar marcha atrás a su decisión provocó una manifestación de protesta de los campesinos de la localidad, manifestación que terminó con el asesinato del administrador por un colono que iba a ser desahuciado.

El 17 de Mayo de 1972, siendo alcalde Don Manuel Bullejos Altea, se firmó el articulado por el que se reconocía a Caparacena como anejo de Atarfe, se fijó los nuevos límites y con carácter festivo se celebró la fusión con las autoridades locales y provinciales.

Ambos municipios ganaron con esta fusión. Atarfe amplió su territorio considerablemente y Caparacena, desde entonces, fue notando una mejoría en los servicios, accesos y arreglos urbanísticos.
Centro social

BIBLIOGRAFÍA

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