Deseos paternales que seguramente no has cumplido este verano
Leer, hacer deporte, ordenar… Cada año hacemos una lista de propósitos para las vacaciones confiando que tendremos pequeños momentos para disfrutar como adultos. Una vez más, la mayoría se quedan sin cumplir
Cada verano, antes de las vacaciones en familia, todo padre o madre enumera con esperanza unos cuantos deseos humildes y nada descerebrados para estos días bucólicos alejados del trabajo (y, si hay presupuesto, lejos de casa). Seguramente, esta lista de deseos no se han cumplido un verano más. Lo hemos comprobado con la experiencia de años pasados, pero incluso así, una voz en nuestro interior nos dice cada vacación lo de Ted Lasso: Believe. Y nosotros hacemos la carta a los reyes veraniegos confiando en que nuestros pequeños momentos de placer acabarán llegando. ¿Has conseguido alguno de estos siete propósitos?
Leer
Leer mucho. Reducir o acabar con la pila de lecturas pendientes que has ido acumulando durante el año o con esos tochos clásicos que llevas guardando tiempo para poder leer con calma. Porque ya lo pensó James Joyce: el Ulises era el típico librito ligero para leer a cachos en la piscina mientras vigilas a tus hijos y soportas los gritos de adolescentes que se tiran en bomba. Este propósito inicial se va diluyendo con los tiempos de la crianza, y al final te conformarías con haber acabado un bestseller ligero al final de las vacaciones. Yo no puedo salir de casa con menos de tres libros en la maleta, por si se diera la improbable eventualidad de que pudiera acabar un par de ellos y de repente me encontrara sin lectura lejos de cualquier librería cercana. Sigo intentando que me pase eso, pero muchas veces los tochos se quedan en la maleta.
Ver una serie en pareja
Recalco lo de “en pareja” porque a ratos sueltos o incluso con el móvil en el váter, uno solo puede ir viendo fragmentos de capítulos hasta que poco a poco se pone al día. Pero ver algo en pareja, cuando los niños duermen en una habitación de hotel, donde los críos al final están durmiendo en la cama con nosotros, es peliagudo. Lo que tiene ver series que aún no has visto es que no sabes lo que va a salir. Y nadie quiere que abran los ojos porque quieren ir al lavabo y de repente vean a un dragón quemando vivos a decenas de soldados, por poner un ejemplo.
Descansar (por lo menos la siesta)
Al final ya te conformas con pedir eso: una simple hora de descanso al fresco. Y al final se acaba complicando la logística. ¿Quién vigila los niños mientras los adultos duermen? Porque ellos protestarán y protestarán hasta que pares de intentar convencerles para hacer la siesta contigo. Si uno de los dos adultos se queda jugando y el otro duerme, al final la culpabilidad te impide descansar bien y acabarás oyendo alguna recriminación durante el día.
Quedar con los amigos
Ahora es el momento de cumplir con esa promesa aplazada de “ya quedaremos”. Los amigos de toda la vida, esos que no podían quedar nunca porque sus hijos tenían partido o entreno o inglés o extraescolares o un cumpleaños o ya tenían planes, pero la próxima seguro que sí, misteriosamente se suponía que tendrían la agenda despejada estas semanas. Llegaba el momento de hacer ese crossover de las familias tantas veces postergado. Pero ahora a tus hijos no les apetece nada y tendrán rabietas. O quizá tus amigos deciden que mejor quedar sin niños, situación que obliga a recalcularlo todo, porque cuando ya hayáis, más o menos, esbozado el plan se descubrirá que en el fondo tampoco pueden quedar, porque se van fuera justo cuando tú estás y tú te vas cuando ellos vuelven.
Hacer deporte
Como no te ha dado tiempo de hacer una operación biquini y tus hijos te preguntan a grito pelado y sin ningún disimulo “papá, ¿por qué estás gordo?”, uno de tus objetivos durante estos meses de calor abrasador donde no apetece nada sudar más es ponerse en forma. Ganas no tendrás, pero te convencerá Instagram, con un desfile interminable de cincuentones fibrados marcando músculos y soltando palabros como calistenia, dominadas y ayuno intermitente. Pero claro, para que el ejercicio físico te cunda y acabes como Russell Crowe de Gladiator, necesitas continuidad y dedicación, algo que difícilmente podrás conseguir si tienes que estar vigilando a tus críos o incluso practicando deporte con ellos a su manera y a su ritmo. Al final, te acabarás conformando con estar como Russell Crowe ahora, que está panzudo, sudoroso y feliz, y no hace calistenia.
Ordenar
Lo que seguro que no consigues hacer es ordenar todo el caos hogareño que se te ha ido acumulando en los últimos meses. Reconócelo: aún tienes los abrigos de invierno en el perchero de la entrada. Lo sé, porque yo también. Aún no has ordenado las facturas, ni los papeles del médico de los niños que vas apilando encima del recibidor, ni todos esos cables USB, ni… Pero ya, lo más seguro es que este verano tampoco puedas organizar las fotos del nacimiento del niño para hacer el álbum soñado. Si te esperas un poco más, ya podrás añadir las fotos de la graduación de la ESO y amortizas el álbum.
Ponerte al día con los idiomas
Antes de que llegue septiembre y la gran colección de oportunidades de aprendizaje, tú ya has ido guardando para los meses estivales todos los cursos online que has ido comprando a lo loco y que has visualizado un total de 14 minutos hasta junio. Ahora que te toca interactuar con adultos de otros países, aunque sea porque los turistas lo invaden todo y te preguntan a ti en vez de a Google Maps, querrás adelantar en el tema idiomático. Si tus hijos ya son algo mayores, igual se animan a aprender contigo, pero si te reclaman para estar con ellos todo el rato, tendrás que aplazar otra vez el estudio idiomático. Aunque siempre podrás tirar del traductor de Google.