«ESTO NO ES UNA CRISIS» por Remedios Sánchez

Cuando parecía difícil que la situación de los partidos políticos bajase un peldaño más en la consideración ciudadana, durante una comida con periodistas en Lugo, un dirigente del PP va, se anima, le pide al colega que le sujete el cubata y revela que, como Junts es un interlocutor válido, ellos también estuvieron negociando con Puigdemont la amnistía y el indulto, pero sólo un poquito.

Lo cual que Alberto Núñez-Feijóo, ese señor que dicen que es el líder mientras se lo permita Díaz-Ayuso,  se ha visto obligado a confirmar y desmentir simultáneamente que esta derecha que hoy se rasga las vestiduras por el acuerdo entre Sánchez y los independentistas, también mantuvo contactos con nuestro chusco Napoleón de saldo; pero que en veinticuatro horas se dieron cuenta de que  la senda constitucional no iba por ahí,  de que España es otra cosa; de que amnistía sí, pero no así, reformulando los juegos semánticos de los tiempos de Felipe y la OTAN. Y por si el personal no se hubiera quedado bastante desconcertado, también se ha filtrado que quisieron hablar con ERC, pero los republicanos catalanistas los mandaron a tomar percebes con viento fresco. Si esto lo convierten en una película, le dan seguro el Goya al mejor guion porque nadie podrá negar que la situación de la clase política española (en general, sin distinción) cada vez se parecen más a una fusión entre ‘La escopeta nacional’ y uno de esos culebrones turcos donde resulta casi imposible seguir la trama, con tantas modificaciones en el rol de los personajes.

Por eso tiene tanta gracia escuchar a don Alberto justificarse, por un lado, en el beneficio para el país y la concordia social; y por otro negarlo, avisando de la necesidad capital de que los políticos no mientan y sean coherentes. Porque lo suyo no fue engañar: fue ocultar información, que se antoja distinto. Será por eso por lo que no es presidente, al margen de que tampoco tuviera los apoyos, que al final es una cuestión irrelevante para sus palmeros de cabecera. Tan menor que en esto fundamentan que ande dando virajes a pesar de la absoluta fragilidad de su autoridad, a ver cómo gana simpatías y logra que le acompañe la fortuna de los audaces para no tener que acabar diciendo aquello de César a Bruto cuando el apuñalamiento mortal: Tu quoque, fili mi? Pues sí, ellos también, porque en cuestiones de poder, como en la guerra, ya aclaró Shakespeare que todo vale para el medro. Y mientras, los cargos afines se dedican a negar como un mantra la información que dieron ellos mismos a diferentes medios informativos, a echar la culpa a Pedro Sánchez (siempre conviene tenerlo a mano para embarrar) y a jurar que nadie discute el liderazgo del gallego aunque sea errático y confuso. Que no hay giro en el posicionamiento, ni cambio de opinión, ni crisis que cerrar. Es decir que con cada declaración están recordando al elefante, arrasando sus propios posicionamientos, porque esta gente novísima lee mal y no comprende cómo hay que aplicar la teoría del encuadre del sociolingüista Lakoff. Y, enredados en su propia historia de medias verdades, están dinamitado su credibilidad. Ahora sin la baraka de Sánchez, a ver cómo salvan al confuso e incoherente Feijóo. En el caso, claro, de que alguno aún pretendiera salvarlo.

foto: https://www.youtube.com/watch?v=O1WXw7TENIA

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