22 noviembre 2024

«Bajo la sombra de la sombrilla» por Juan de Dios Villanueva Roa

Toca ya que cada cual vuelva a lo suyo, salvo que comiencen ahora sus vacaciones o estas sean perpetuas, que también hay, cerrado agosto con los calores propios de esta época, que se nos olvidan de año a año, pero sin esas tardes en las que venía bien una rebequita; con las playas vaciándose de gentes y arenas, porque siguen faltando los espigones prometidos cada año, y este también para el próximo; con la falta de servicios en nuestras costas, a pesar de pagar los impuestos más altos de los municipios, notándose que quienes allí pagan no votan a los que viven de la política en esos lares, por lo que son meros sufragadores de otros gastos superfluos, como coches oficiales que recogen a quienes mandan de sus segundas residencias; verano que acaba en el calendario laboral pero que continúa en lo climático, con temperaturas acicaladas por quienes retoman los ardides que dejaron en manos de segundas gentes mientras ellos estaban en otros asuntos más productivos para sus cuerpos, a la par que dejando descansar de sus voces a la plebe.

Ya están aquí todos de nuevo; y nos recuerdan que para ellos nada ha cambiado, que sus intereses siguen siendo los mismos, tan alejados de los de las gentes, de los votantes, con sus chascarrillos, sus gracias, sus cantos a los soles que más los calientan, que no ven (y ya debieran) que necesitamos que cada cual aporte, sume, añada algo que sea útil al conjunto. Pero eso no lo arreglan ni los veranos más tórridos. Cada uno mueve la sombrilla para buscar su propia sombra, aunque dejen desamparados a los demás. Sus cosas.

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