23 noviembre 2024

Está visto que, en Granada, si queremos enterarnos de algo, hay que pedirle a Ideal que organice un desayuno informativo.

Lo digo por el que se celebró el viernes en el que, el actual Ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Oscar Puente, después de no haberse reunido con la alcaldesa Marifrán Carazo ni para un café, ha contado las maravillas que nos esperan. Como es tan difícil de creer el milagro que nos ha traído diseñado, ha mantenido el secretismo, para ver las caras del personal, que anda mosqueado con las infraestructuras desde los tiempos en que se viajaba en diligencia desde Madrid. Es decir, hasta no hace tanto porque, en una provincia que tiene en el turismo su principal modo de vida, todas los iniciativas se han ralentizado hasta extremos que rozan el absurdo.

La iniciativa de Puente implica un nuevo plan de integración ferroviaria fraccionado en cuatro tramos que mantendría -acertadamente en mi opinión-  la estación en su ubicación actual pero, eso sí, ampliándola como corresponde a una ciudad con el movimiento de viajeros en nuestra tierra; además, para evitar las dificultades del soterramiento (salvo en el tramo de Rosaleda, donde se ha sugerido un soterramiento en trinchera), el antiguo alcalde vallisoletano ha planteado incorporar un parque periurbano, de esos que tanto se necesitan en ciudades como la nuestra, ejemplo palmario de pésima calidad del aire. Yendo a inversión y plazos, que es lo que hay que valorar también, la cosa se concreta en 230 millones de euros y ocho años para la ejecución.  Es decir, que suena tan bonito que nos ha faltado poco para la emoción desbordada. Luego, claro, hemos recordado que el proponente es Óscar Puente y las expectativas han empezado a bajar como un soufflé en verano.

Pero hay un avance: Puente ha venido a Granada con una posibilidad concreta, aunque haya sido perseverando en el error que han tenido las sucesivas iniciativas, las que han machacado la paciencia colectiva durante décadas: la falta de consenso institucional. Porque a don Óscar se le ha olvidado considerar que la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Granada, aparte de poner parte del dinero, lo mismo tienen opinión sobre esto. Tanto la alcaldesa Carazo como la Consejera Rocío Díaz ya han expresado su malestar por estos modos, seguramente porque se les ha pasado por alto que Puente procede habitualmente a medio camino entre el boxeo verbal (véanse sus redes sociales) y el histrionismo posmoderno parlamentario, con lo que ha procedido conforme a ese patrón de conducta esperable.  Pero no lo desdeñan porque a lo que hay que agarrarse como un clavo ardiendo es a que lo ha expuesto dogmáticamente ante la sociedad política y civil granadina, que también debe estar atenta a que se avance con rapidez.  Al margen de quejarse de la herencia recibida, el Ministro está obligado a dar la cara por un proyecto que, estuviera o no guardado en un cajón, él ha presentado oficialmente a la ciudadanía y resultaría un fracaso inaceptable, especialmente para los socialistas granadinos, que sea otro brindis al sol, una decepción más. Desconozco lo que vale la palabra de Puente, pero hay que empezar a exigir que la alta dignidad que implica ser Ministro -o cualquier cargo de gestión- suponga un compromiso verdadero si en política pretenden recobrar siquiera un mínimo de tanta credibilidad malversada.