22 octubre 2024

Empieza a parecer sospechosa esta manía que le tienen algunos a Tezanos, máximo responsable de las encuestas que se hacen pagadas con el dinero de todos los españolitos y españolitas preocupados o cabreados -según el día-, pero siempre reflexivos y dispuestos a dar nuestra opinión de cualquier cosa. Sepamos o no.

Pues bien: don José Félix Tezanos es como uno de nosotros acodado en la barra del bar, sólo que nombrado por Pedro Sánchez. Por eso a mí me caía simpático este pobre hombre que, con dieciséis millones de euros de presupuesto, tiene que ir explicando por qué yerra tanto, por qué transita de pifia en pifia, de fracaso en fracaso.  Porque habilidad, a tenor de los resultados del CIS, pareciera que tiene la misma que cualquier paisano que se toma el café comentando la última jugada de Sánchez, la última frustración de Feijóo o cuáles son los problemas axiales que tiene la nación, más allá de que estemos gobernados por la peor generación de políticos de los últimos cincuenta años.

Nadie niega que este catedrático de Sociología lo intentó al principio y que hubo un tiempo en que tuviera un prestigio por su saber e independencia. Por eso aquí no vale el dicho popular de “quod natura non dat, Salmantica non praestat”. El tipo está cualificado, pero la estrategia de Sánchez no va de esto; porque a tenor de lo visto, la tarea concreta que le han asignado no es analizar las preocupaciones ciudadanas o dar pistas fiables de la estimación de voto. La ardua faena de don José Félix es que los datos del CIS sean como un plato deconstruido de un chef de moda, que no sabes muy bien cómo tomarte: si con cuchara o con paciencia.

Las únicas constantes que repite es que el PSOE siempre lleva la delantera, que los mandamases no son un inconveniente, que el paro tampoco, y que todo va tan bien en general que, el gobierno de Sánchez tiene suficientes apoyos para acabar la legislatura. Y ahí está el sesgo: en tratar de modificar, inasequible al desaliento de su falta de credibilidad,  el inconsciente marcando las tendencias de intereses y adoctrinando a las masas sobre lo que verdaderamente nos preocupa (y no lo sabíamos, ay); luego, en segunda instancia, en su voluntad de hacerse imprescindible al amado líder sin percatarse (pese a ser militante socialista desde hace décadas) del flaco favor que le hace a un partido con ciento veinticinco años de historia y unos valores que Sánchez se empeña en desdibujar -el partido ahora es él- entre sonrisitas y poses para mayor gloria de su sastre.

“Míster handsome” ha recordado Almodóvar que lo llaman los americanos; pero de la belleza, de ese amargo don, nadie puede vivir eternamente y la baraka que lo lleva acompañando desde hace más de una década (que él pretende convertir en eterna adaptando las estructuras del partido), lo único que puede provocar es que el socialismo alcance en el futuro congreso de noviembre sus más altas cotas de indigencia moral, algo que no merece ni por trayectoria, ni por su compromiso verdadero con la democracia de este país. Mientras, Tezanos, abrazado al sanchismo, trata de hacer equilibrios manteniendo todas las pelotas en el aire. Y se ha revelado como un malabarista digno de uno de los mejores circos europeos actuales. España, claro.

FOTO: LUIS GRAÑENA