Artesanos para el siglo XXI (I) por Bernardo Sánchez

En nuestro país la artesanía tuvo un buen momento en el que muchos de nosotros nos incorporamos atraídos por las ideas de recuperar nuestras raíces y escapar de la sociedad de consumo que poco a poco había puesto la artesanía de moda, los aspectos étnicos de nuestras tradiciones.
Y desde las esferas del Gobierno se apoyó el asociacionismo y las Ferias Nacionales y Regionales de artesanía. Con la inminente entrada de nuestro país en la C.E.E.,entre el 88 y el 92, no solamente se sigue apoyando ala artesanía, sino que se ve una importante alternativade creación de empleo, ofreciéndose una serie de subvenciones a la carta, directas e indirectas, y si tenías un proyecto interesante, te lo .podían financiar de diversas maneras.
En definitiva, era un buen momento para comenzar o modernizar tu taller. Pero todo esto no nos serviría de nada, si la base sobre la que se sustenta nuestra pequeña economía -la comercialización-, no se mejoraba.
Porque llegó el 93 y ya no se hablaba más que de crisis, el poder adquisitivo disminuye considerablemente y donde más se va a notar es en el sector del regalo; encima, el ciclo de moda de la artesanía ha tocado su fin, unido a una cierta saturación en el mercado de productos de mala calidad. Pero lo que más daño va a hacer a nuestro incipiente sector, es el que se abran las puertas de par en par al «Todo a 100», con productos provenientes en su mayoría del mercado asiático, artesanales sin duda, pero donde el valor de la mano de obra parece no existir. Y la responsabilidad de este hecho corresponde a los órganos del Gobierno tanto nacionales como comunitarios, ya que de pronto parecen olvidar que existimos, y no gravan con unos aranceles adecuados, que hagan frenar la invasión a la que nos hemos visto sometidos.
En estos últimos años, según fuentes reconocidas, se cerraron el 40% de los talleres artesanales. Tras hacer este pequeño repaso, nos cabe ver cual es el momento presente, y nuestras posibilidades de futuro.
Pues bien, el espectro de los talleres supervivientes es:
-Talleres de producción de objetos normales de consumo, que todavía mantienen una encarnizada lucha con los artículos que nos invaden. Pequeñas empresas familiares, muchas veces, sumergidas; cuya lucha por la subsistencia llega a ser extenuante.
-Talleres de producción de objetos ligados a la tradición, cuyo sentido está centrado en la conservación y transmisión de ésta. Dentro de estos se pueden distinguir, pequeños talleres de artesanos de tradición familiar, verdaderas reliquias del saber popular y de nuestro patrimonio cultural. Y pequeñas empresas artesanas, que partiendo de ese conocimiento, se han sabido adaptar a las necesidades del mercado y elaboran un producto de alta calidad basado en las tradiciones culturales locales.
-Artistas artesanos, cuyo trabajo incide más en la innovación de diseño y en los materiales utilizados en la producción. Campo de trabajo donde la industria no puede llegar y donde pocos logran destacar dado que éste exige un alto grado de conocimientos tanto en las necesidades del mercado, como de los materiales y los avances tecnológicos.
En el contexto socioeconómico actual, cabe la pregunta de si la artesanía tiene futuro o estamos perdiendo el tiempo. Hagamos una reflexión; baste con-ojear dos días seguidos los diarios para extraer las grandes preocupaciones sociales de nuestro tiempo:
-El desempleo.
-La degradación del medio ambiente.
-La pérdida de valores humanos.
Y en la base de este análisis, la incapacidad de superación de estos problemas qué se admiten como endémicos, la inexistencia de alternativas y la preocupación por no querer renunciar al llamado estado de bienestar.
No hace falta ser muy lúcido, para observar que el terreno de la artesanía, no solamente es la auténtica expresión de las tradiciones vivas del ser humano sino que representa lo que ahora se empieza a llamar modelo de desarrollo sostenido, es decir algo que permite que el medio ambiente se regenere por sí mismo, que además posee la rara capacidad de generar empleo porque la maquinaria que emplea son seres humanos, que contribuye a generar riqueza sin grandes inversiones y por si fuera poco contribuye a la formación de seres humanos con una base ético-profesional hoy por desgracia en desuso.
Y no faltos de visión, en la reunión de expertos que organizó la UNESCO y la OIT de París el 25 y 26 de febrero de 1993, se elaboraron una serie de propuestas concretas. No puedo transcribir el contenido de todas las propuestas, por lo que señalaré sólo algún aspecto:
Propuesta n° 2: «Los artesanos utilizan sensatamente los recursos, ya sean renovables o no». «Por lo menos el 5% de los fondos destinados a los programas ambientales deberá dedicarse al aspecto particular de la preservación de la artesanía» .
Propuesta n° 3: «Las administraciones encargadas del desarrollo económico deberán evaluar periódicamente los incentivos que hay que facilitar a este sector .en comparación con los demás sectores de la economía».
Propuesta n° 6: «Por término medio cada artesano debe beneficiarse en el curso de su vida de un mínimo de una semana de formación por año».
Propuesta n° 7: «En los niveles primario y secundario hay que iniciar a los alumnos en los oficios artesanales, como mínimo dedicando el 5% del tiempo total de la escolaridad».
Propuesta n° 8: «Toda colectividad que tenga una identidad cultural común deberá contar con la posibilidad de conservar y revalorizar sus objetos artesanales en el marco de un museo».
Propuesta n° 9: «En el fomento de las actividades de turismo cultural, por, ejemplo, habrá que proponer itinerarios artesanales, siguiendo el modelo de las Rutas de la Seda o el Camina de los Vidrieros».
Creo que estas propuestas hablan suficientemente de cual es el papel que debe desempeñar la artesanía en el futuro. Y que nuestros gobernantes, una vez hayan resuelto los problemas más acuciantes, sepan tomar medidas en este sentido, que nos lleven a poner la artesanía en el sitio que le corresponde.
Artículo editado por Corporación de Medios de Andalucía y el Ayuntamiento de Atarfe, coordinado por José Enrique Granados y tiene por nombre «Atarfe en el papel«