Granada toma dos millones de psicofármacos al años

El uso de medicamentos contra la ansiedad, el estrés o el insomnio se dispara en Granada, especialmente entre mujeres de 45 a 55 años. España es líder mundial en consumo de benzodiacepinas como el Lexatin, Orfidal o Trankimazin
El viernes 4 de abril, el Ministerio de Sanidad aprobó, con la complicidad de todas las autonomías, el Plan de Acción de Salud Mental 2025-2027, con una inversión de 39 millones de euros. Una hoja de ruta en la que destaca «el uso adecuado o racional» de los psicofármacos. Resulta que España es líder mundial en el consumo de un tipo de estos medicamentos, las benzodiacepinas, también llamadas benzos, un psicotrópico que se usa para tratar la ansiedad, el insomnio, los trastornos convulsivos y los espasmos musculares. Un consumo excesivo y peligroso que afecta de lleno a los hogares granadinos.
Así lo explicó la propia ministra de Sanidad, Mónica García: «Vivimos en una época en la que todo el mundo habla con una naturalidad pasmosa de un Trankimazin, un Lexatin o un Lorazepam (benzos)mientras que a nadie le suena ningún medicamento para el corazón. Y este consumo se ha vuelto preocupante especialmente entre las mujeres. Necesitamos garantizar un uso racional de los psicofármacos».
Los datos nacionales hablan por sí solos. Algo más de 4,5 millones de españoles, sobre el 10% de la población adulta, toma a diario ansiolíticos, hipnóticos o antidepresivos, sobre el 16% lo hace todas las semanas y hasta el 27% los ingiere al menos una vez al mes, según detalla un estudio realizado por la Fundación Axa. Además, en la última década el consumo se ha disparado, con un crecimiento del 11% en la ingesta de ansiolíticos e hipnóticos y del 45% en antidepresivos. En España se recetan cada año suficientes psicofármacos como para tratar a uno de cada cinco mayores de edad. Y las cotas más altas de consumo se concentran en las familias y barrios más desfavorecidos, con una toma ocho veces superior a las de los hogares más pudientes.
En la provincia de Granada, se consumen al año una media de dos millones de ansiolíticos, antipsicóticos, hipnóticos y antidepresivos, según datos de venta desde 2020 de la cooperativa Bidafarma. Aunque la cifra se ha reducido levemente en 2024, tanto en Granada como en el resto del país seguimos siendo líderes mundiales en el uso de benzos.
En aumento
En la última memoria publicada por el Centro Provincial de Drogodependencias de la Diputación de Granada (datos de 2023), una de las cifras más significativas es el aumento de adictos a psicofármacos. «Aunque no es la droga que más problemas genera (alcohol, cocaína y cánnabis lideran el ranking), lo cierto es que cada año va en aumento», reflexiona Blanca Molina, directora de la institución. Una subida interanual del 3%, con una clara mayoría de mujeres entre 45 y 55 años. «Empieza a ser un problema. Un gran problema. Pero en el sentido de que es un asunto bastante silenciado. Todas las administraciones estamos haciendo un importante trabajo preventivo para sensibilizar a la población sobre el consumo de psicofármacos».
Pero si las pastillas las receta el médico, ¿son malas? «Ahí empieza la confusión –responde Molina–. Las drogas legales no se consideran drogas… Se tratan como si fueran una pastilla más, como una aspirina. Y viene alguien y te dice que te tomes un Lexatin que a ella le ha ido muy bien y te automedicas. Sí, se está haciendo un uso que no es adecuado. Sobre todo porque no existe el seguimiento médico que debería haber tras su prescripción, entre otras cosas, por la saturación del sistema sanitario».
Inmaculada Romero Mañas, psiquiatra y coordinadora de sala del Hospital Universitario Clínico San Cecilio, localiza el punto de inflexión en la pandemia. «Abrió una etapa muy complicada, con mucho sufrimiento y un malestar enorme. Estos fármacos son seguros y de acción rápida, así que tiramos de ellos». El problema, considera, no está en la prescripción de estos fármacos, sino en el seguimiento exhaustivo que debería haber a continuación para evitar efectos adversos y la dependencia de la medicación, que es donde estamos en este momento. «Hay un problema asistencial en la sanidad: las citas con el médico de cabecera, las citas con salud mental… El seguimiento de los pacientes es muy espaciado en el tiempo, por lo que hay un control menos riguroso del que debiera». «Se junta –añade– con que estamos, en plural, en una etapa en la que aguantamos poco el sufrimiento y tiramos de la pastilla fácil, que a nivel cultural está bien visto».
¿Y cuál es la alternativa a estos fármacos? «Lo ideal en situación de estrés –responde Romero– sería acceder a psicoterapias o terapias conductuales para adquirir herramientas con las que superar esas situaciones complicadas sin necesidad de recurrir al Lorazepam».
El Plan de Acción de Salud Mental también propone cambiar las benzos por otros medicamentos cuando sea posible, pero la doctora Romero recalca que en ningún caso el plan está denostando el medicamento. «El problema no es usar las benzos, es usarlas bien, con sus dosis adecuadas, durante un periodo de dos a cuatro semanas y, a partir de ahí, evaluar la situación». Y termina: «En los últimos años hemos pasado de no hablar de las benzos, a que estén de moda. Es que todo el mundo tiene un Lexatin en casa o, si no, se lo deja una vecina… Las benzos no se pueden trivializar ni tampoco debemos tenerles miedo. Bien usadas, son una ayuda fantástica».
FOTO: Algunos de los medicamentos más conocidos que son benzodiacepinas. R. I.
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