23 junio 2025

El síndrome del cajón lleno: por qué guardamos cosas que no valen nada

El miedo a perder objetos y la inseguridad que conlleva vivir sin ellos” son los dos factores que definen el síndrome del cajón lleno, denominado trastorno de acumulación cuando alcanza categoría clínica.

Pese a que solo un 2,5% de la población cumple los criterios de diagnóstico de este trastorno, son muchas más las personas que tienden guardar cosas que no valen nada… pero que para ellos tienen un “significado”, o podrían tenerlo en algún momento.

Y es que para las personas con el síndrome del cajón lleno “el patrón de refuerzo no parece centrarse en la utilidad de un objeto, sino en el significado que tienedicen desde la Asociación Americana de Psicología, porque estas personas tienden a guardar todo tipo de objetos por cuestiones de (presunta) utilidad, pero también sentimentales o estéticas: “tienden a aplicar estos significados a cada objeto, y a menudo asignan múltiples significados a cada uno (…) presentando una incapacidad para gestionar todas las asociaciones que tienen con sus posesiones”.

Cajón lleno: el síndrome del ‘por si acaso’

Tengo en mi cajón de “ferretería” unas 15 llaves Allen que se han ido acumulando con el paso del tiempo: varias de ellas son exactamente iguales, del mismo tamaño, pero las tengo ahí “por si acaso”. Pero tras una mudanza me pregunté: ¿por si acaso qué? ¿Por si acaso hay escasez mundial de llaves Allen? ¿Por si acaso pierdo siete llaves de una vez? ¿por si acaso los vecinos con los que nunca hablo me piden todos a la vez llaves Allen y me quedo sin ellas? No tiene sentido acumular tantos objetos iguales del mismo tipo, cuando con uno o dos es suficiente.

Las personas que padecen el trastorno por acumulación tienden a aferrarse a los objetos “por si acaso”, porque les encuentran una utilidad, una estética y/o una significación, porque se aferran emocionalmente a las cosas, porque, incluso, tienen un sentido poético de los objetos de los que los demás carecen: “En muchos sentidos, el acaparamiento es una capacidad de apreciar las características físicas que va mucho más allá de lo que el resto de nosotros podemos”.

Lo que para una persona “normal” no es más que un objeto de aluminio que sirve para montar muebles de IKEA, para una persona con el trastorno por acumulación es una maravilla de la creación humana, un objeto que ayuda a construir vidas, suave, ligero, brillante: no, no se merece estar en el cubo de basura.

No obstante, para alcanzar categoría clínica los expertos consideran que una persona con trastorno por acumulación debe presentar tres rasgos principales: la dificultad para desprenderse de las posesiones materiales, la adquisición excesiva o compulsiva de objetos nuevos, y la desorganización e incapacidad de evitar el desorden.

A este respecto, se diferencia del coleccionismo porque no hay un afán por clasificar y organizar y porque la acumulación suele darse con todo tipo de objetos sin relación entre ellos. Y también se diferencia del denominado síndrome de Diógenes en el que se da también una acumulación de basura o desperdicios y viene acompañado, generalmente, de un fuerte componente de aislamiento social.

Este artículo de la profesora de la Universidad de Florida Carol Mathews señala, en este sentido, que el trastorno por acumulación se define como “como un patrón de dificultades persistentes para descartar posesiones personales, incluso aquellas que no tienen un valor claro, debido a fuertes deseos de ahorrar junto con angustia o indecisión sobre qué descartar”.

Por lo tanto, el problema principal de este trastorno es el deseo de ahorrar que conduce a la dificultad para descartar lo que lo diferencia de otros comportamientos de acaparamientos cuya característica principal es la recolección o adquisición de basura.

Trastorno por acumulación: ‘ni usar ni tirar’

Acumulación de objetos - Unsplash
Acumulación de objetos – Unsplash

Pese a que el síndrome de cajón lleno o, en su vertiente clínica, trastorno por acumulación, pueda ofrecer una vertiente poética no es un trastorno “anticonsumista” en el sentido de que no tiran lo que compran… pero sí compran, a menudo, compulsivamente. Comprar, pero no tirar ni cambiar: por eso se acumula.

Esta actitud compulsiva provocó que durante años el trastorno por acumulación se categorizara como un subtipo del trastorno obsesivo compulsivo, pero “con la publicación de la quinta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5), el trastorno de acumulación ha sido finalmente reconocido como un síndrome clínico por derecho propio”.

En este sentido, para Mathews, cada vez hay más pruebas que sugieren que este trastorno que deriva en una imposibilidad para organizar y descartar esté vinculado a “un déficit aún más fundamental de la función ejecutiva (…) identificando déficits en la categorización, la memoria de trabajo, la toma de decisiones, la atención y el procesamiento de errores, y hay datos emergentes que sugieren que también se observan déficits en la memoria y el aprendizaje, en particular en el dominio visual”.

Así mismo, el “historial de trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) en la infancia, en particular, el subtipo inatento, se ha asociado con el trastorno por acumulación en varios estudios, lo que proporciona pruebas indirectas de que la disfunción ejecutiva puede ser anterior a la aparición de los síntomas de acumulación”.

Por eso el tratamiento más eficaz en estos momentos para tratar el síndrome de cajón lleno cuando alcanza categoría clínica (y se convierte en una verdadera amenaza para la salud mental del individuo) es la terapia cognitivo-conductual, “abordando las distorsiones cognitivas relacionadas con el miedo a descartar y los impulsos de adquirir, mientras que el componente conductual se centra en clasificar y descartar materiales de manera sistemática y estructurada, ya sea en la sesión de terapia o en el hogar”.

Y es que los expertos no tienen dudas: “tirar, limpiar y organizar disminuye los niveles de estrés y ansiedad, ayuda a aumentar la productividad, te permite concentrarse más, te da más tiempo para trabajar en sus metas y reduce los niveles de cansancio, frustración y fatiga”. No, no necesitamos tantas llaves Allen en el cajón… ni tantos pantalones ni chaquetas, pero esa ya es otra historia de “acumulación”.

por David Rubio

FOTO: Llaves Allen – Pexels