Violencia de género: ¿dónde estamos y hacia dónde vamos?
Hemos amanecido durante las ultimas semanas con una serie de noticias sobre aspectos de la violencia de género que hacen necesario detenerse y analizar una a una cada una de las noticias para ver qué está sucediendo y reflexionar sobre ¿dónde estamos?
Tristemente hombres y mujeres estamos normalizando situaciones de violencia sobre la mujer, violencias muy sutiles que son silenciadas, negadas. Violencias ante las cuales cuando se alza una voz, por pequeña que sea en contra, se le tilda de exagerada, desproporcionada y sacada fuera de contexto, normalizando y minimizando estas violencias sobre la mujer.
La primera de las noticias hablaba sobre los cánticos de una de las gradas del estadio de fútbol Benito Villamarín, grada llena de seguidores del equipo de casa, el Real Betis Balompié. Esa grada, mejor dicho su hinchas, jaleaba a uno de sus jugadores, incurso en un procedimiento penal por violencia de género a su exnovia, en el que le animaban con la canción “Ruben Castro, alé; Ruben Castro, alé, no fue tu culpa, era una puta, lo hiciste bien“. No era la primera vez que estos cánticos se escuchaban en el campo, ya se habían coreado en semanas anteriores, aunque no habían trascendido a la opinión pública. ¿ Cómo es posible? Mil seguidores del Betis coreando cánticos justificadores de violencia de género y nadie dice nada, no transciende. ¿Dónde estaban el resto de seguidores del Betis y del equipo contrario; dónde estaban los jugadores de los equipos que estaban sobre el césped; dónde estaban los directivos del Club y los máximos responsables de la Liga de Fútbol Profesional y de la Comisión Antiviolencia? ¿ Todos ellos justifican la violencia sobre la mujer? Quiero pensar que no.
¿Qué ocurre? Simplemente que con el fútbol hemos topado, mundo de hombres. Creíamos superada esta afirmación con el acceso de mujeres a equipos de fútbol como jugadoras, como directivas de los clubes o como miembros del cuerpo arbitral. Pero, francamente, todo ello parece una pose, en su acepción de “actitud fingida o exagerada que adopta una persona en su comportamiento y con la que intenta producir un efecto determinado”. Pose que, como postura fingida que es, (” Todos contra la violencia sobre la mujer porque es lo que que queda bien, se lleva y da una imagen de justicia e igualdad”), hace aguas y tarde o temprano aflora por cualquier resquicio la verdadera naturaleza de, no diré de los maltratadores porque no sería justo, sino de los consentidores, que dan pábulo y acogen las conductas vejatorias para las mujeres en el mundo del deporte.
Hay que dejar constancia que a día de hoy no hay sanción todavía para el Betis. Y otra pregunta para reflexionar: ¿qué hubiera ocurrido si en vez de cánticos contra la mujer hubieran sido cánticos xenófobos? Me adelanto: la condena por parte de todos los clubes y ámbitos relacionados con el deporte hubiera sido rápida y contundente.
A raíz de esta noticia, vemos que no es un caso aislado. Una juez de línea de categorías inferiores fue vejada con expresiones como “tu sitio está en la cocina” o “el único palo que vas a agarrar es el de la fregona” que provenían no sólo del público masculino, sino también de algunas mujeres, e incluso de un jugador. La sanción se queda en la expulsión del club del jugador y al club en cuestión, 50 euros de multa, que resulta irrisoria e insultante.
¿Se minimiza en esta sociedad la violencia a la mujer? ¿Se quiere hacer desaparecer la violencia contra las mujeres a costa de maquillar las estadísticas a la hora de contabilizarla o haciéndoles pagar a las víctimas el procedimiento penal y devolver las ayudas si denunciaron en falso?
Las siguientes noticias que analizamos eso demuestran. Por una parte, desde el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad se pretende incluir en la estadística anual de mujeres víctimas de violencia de género únicamente a las que han sido asesinadas y a aquellas que hayan necesitado 24 horas de hospitalización . ¿ Y las mujeres víctimas, que para su suerte no han necesitado hospitalización y aquellas que sufren violencia psicológica? ¿ No son víctimas? Nadie las va a contabilizar. Nos encontraremos con el logro de ver una disminución en el número de víctimas de violencia de género no por el camino que debe ser, el de la educación, el de la igualdad, sino porque se dejará en el camino al mayor número de mujeres que la sufren, disminuyendo por tanto las partidas presupuestarias que desde las Administraciones Públicas se deben dedicar a estas mujeres víctimas y a las políticas de prevención de la violencia, haciéndoles cada vez más víctimas.
Y por otra parte, en el Proyecto de Estatuto de la Victima del Delito se recoge que se obligará a las mujeres que denuncien violencia de género a pagar las costas del procedimiento y a devolver con el 50% de interés las ayudas que hayan recibido como víctimas si se demuestra que denunciaron en falso. Este articulado recoge contra la mujer víctima dos aspectos. El primero, el tan traído y llevado por parte de un sector crítico con la violencia contra la mujer que es el “mito de la denuncia falsa” y segundo, la victimización secundaria de la mujer que, siendo víctima de uno de los delitos que más se producen en la intimidad, tenga miedo en denunciar porque si no se prueban los hechos denunciados pueda acabar siendo condenada por simulación del delito a devolver las ayudas y a pagar las costas del procedimiento. Ambos aspectos conllevan la intimidación a la mujer a la hora de poner la denuncia.
Finalmente quiero darle la razón al ministro de Justicia, Rafael Catalá, que en su comparecencia de la semana pasada aseguraba que “la Ley Integral de Violencia no está funcionado adecuadamente” . Cierto que no funciona, pero aquí estamos todos los que trabajamos contra cualquier violencia contra las mujeres para proponer e insistir en las medidas que se deben adoptar ante ello.
Ya sabemos dónde estamos y ¿hacia dónde vamos?
Blanca Isabel Regulez Álvarez, abogada
Vocal de la Subcomisión de Violencia sobre la Mujer del Consejo General de la Abogacía