En busca de mayorías estables que pongan en el centro la economía
El momento económico no es el mejor para un proceso electoral, pero con la provisionalidad de los últimos meses no tiene sentido seguir
Seguramente es tanto como pedir peras al olmo reclamar ahora mayorías parlamentarias estables, estando como está de fraccionado el espíritu electoral de los españoles, y del que puede resultar que hasta cinco partidos nacionales obtengan representación significativa, que ninguno supere los cien escaños y que cuadrar una mayoría sea un auténtico sudoku. Será lo que democráticamente los electores decidan el 28 de abril, pero lo deseable sería que se pudieran conformar Gobiernos duraderos que vuelvan a poner el foco en una auténtica agenda reformista para la economía, que sigue siendo, graves cuestiones políticas al margen, que las hay, la prioridad más apremiante en un país que tiene su crecimiento, su empleo y su financiación cogidos con alfileres.
Desde diciembre de 2015, cuando terminó la legislatura de la mayoría absoluta de Rajoy, España navega al trantrán sin ninguna gran decisión reformista, porque los políticos han echado el resto en ver cómo lograban gobernar e impedir que lo hiciese otro, y la casa sin barrer. Tras la travesía del desierto de 2016 con Gobierno en funciones, ni en 2017 ni en 2018, ni este año tampoco, se ha tomado decisión capital alguna para reformar la economía y únicamente se ha sometido lo que ha funcionado a un revisionismo poco práctico. Es hora de superar las debilidades parlamentarias como muro a la gobernabilidad decidida, conformando mayorías sólidas, preferentemente en torno a opciones centradas y que huyan de la radicalidad, para terminar de transformar la economía en un mecanismo que genere riqueza y la distribuya de forma inclusiva.
El momento económico no es el mejor de los posibles para un proceso electoral, pero es bastante evidente que con la provisionalidad de los últimos meses no tiene sentido seguir. La economía marca una tendencia claramente desacelerada, con un entorno que coquetea con el estancamiento, cuando no con la recesión, y precisa nuevos impulsos para absorber los abultados diferenciales que España tiene respecto a la UE en empleo, riqueza y protección.
Los retos de las nuevas mayorías son más grandes que los de hace tres años, porque durante estos últimos hemos estado parados, en el mejor de los casos. Amén de las reformas de mercados para elevar el crecimiento potencial, alguien con respaldo suficiente tiene que embridar el déficit fiscal presente y futuro, generado sobre todo por las pensiones, que crece como la levadura delante de los políticos como si no fuese con ellos. Alguien tiene que devolver la confianza a los agentes económicos, internos y externos, para renovar su apuesta por la inversión en España. Los españoles tienen la palabra.
FOTO:Vista general del hemiciclo del Congreso de los Diputados. EFE
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