“Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa”… Así empieza Orgullo y prejuicio, la novela más famosa de la talentosa escritora Jane Austen.

Publicada en 1813 la obra fue un éxito absoluto y desde entonces ha sido leída (y releída) por sucesivas generaciones de mujeres hasta llegar a nuestros días, más de 200 años después.

Las páginas de esta deliciosa comedia romántica siguen siendo un auténtico placer a pesar del tiempo transcurrido desde que fueron concebidas, y una de las causas de ello es cómo ponen en valor el rol de la mujer en la sociedad. La primera frase de la novela no debe llevar a engaño, Elizabeth Bennet, la protagonista, es una chica inteligente, brillante, divertida y con ideas propias, que no está dispuesta a aceptar un matrimonio únicamente por razones económicas y de estatus. Todo un desafío si tenemos en cuenta el momento histórico y social en el que fue escrita.

Lo mismo sucede con Jane Eyre, la novela que encumbró a Charlotte Brontë como una de las mejores novelistas románticas. Publicada en 1847, como obra anónima para evitar el rechazo que hubiese podido sufrir al estar escrita por una mujer, consiguió gran popularidad de inmediato, ha resistido el paso del tiempo y sigue disfrutándose con entusiasmo.

Además de un clásico de la literatura inglesa, Jane Eyre está considerada como una de las primeras novelas feministas de la historia. Basta una frase de la protagonista para entenderlo: “No soy un pájaro, y ninguna  red me atrapa. Soy un ser humano libre con una voluntad independiente”. Una declaración de intenciones que, aunque hoy nos parezca normal, en plena época victoriana suponía una ruptura con las costumbres establecidas.

En aquel mismo año, 1.847, vio la luz Cumbres borrascosas, única novela de Emily Brönte, hermana menor de Charlotte. Otro gran clásico de la literatura que sigue vigente casi dos siglos después. Emily, en lugar del anonimato, optó por publicar su novela bajo un pseudónimo masculino, para sortear, al igual que su hermana, las dificultades que suponía en el siglo XIX que se reconociese el trabajo de una mujer.

Veinte años más tarde, y al otro lado del Atlántico apareció Mujercitas, otro de los grandes clásicos de la novela femenina que, como las anteriores, se ha convertido en lectura imprescindible generación tras generación. Publicada en 1.868, su autora, la escritora estadounidense Louise May Alcott, fue una destacada activista social y defensora del voto de la mujer. Sus ideas impregnan las páginas de una novela que rompe con los convencionalismos de la época y presenta unos personajes femeninos que suponen una revolución. La máxima expresión de ello es Jo, la segunda de las cinco hermanas que además de su célebre corte de pelo nos dejó frases como “Soy feliz tal y como soy, y amo mi libertad demasiado como para renunciar a ella por cualquier hombre”.

Mujercitas, al igual que Orgullo y prejuicio y Jane Eyre fue un rotundo éxito.

Estas son solo algunas de las grandes novelas femeninas clásicas porque hay más: Madame Bovary, Sentido y sensibilidad, Anna Karenina, Emma, La edad de lainocencia… Obras que han sido traducidas a todas las lenguas, que han dado lugar a múltiples adaptaciones teatrales, cinematográficas y televisivas, a debates sobre su significado y que, por encima de todo, han emocionado a millones de lectoras a lo largo de los dos siglos que han pasado desde su publicación.

Todas estas novelas, además de ser clásicos indiscutibles de la literatura, tienen otro denominador común: ser mucho más atrevidas y modernas de lo que una primera impresión nos pueda llevar a pensar. Porque todas ellas son historias protagonizadas por mujeres que nos hablan sobre la libertad de decidir o la importancia de ser una misma. Mujeres orgullosas de serlo y que reivindican sus derechos y su rol en la sociedad en un momento en que estos eran totalmente secundarios. Las protagonistas de estas novelas rompen con los convencionalismos de su época y, todavía hoy, nos ofrecen un espejo en el que mirarnos.

Estamos, pues, ante grandes historias que, a pesar de haber sido escritas hace muchos años, siguen rabiosamente vivas y hablan de nosotras. Aunque sean personajes forjados en el pasado, podemos reconocernos en sus protagonistas e identificarnos con su lucha.

Independientemente de cuando hayan sido escritas, hoy siguen leyéndose con igual entusiasmo y nos siguen emocionando, invitando a soñar y a ser nosotras mismas.

Ahora, RBA reúne todas estas novelas en una colección única e imprescindible. Bajo el título Novela Eternas se presentan por primera vez los libros más importantes de la literatura femenina, no tan solo los que fueron escritos por mujeres sino también las grandes novelas de mujeres que fueron escritas por hombres, como es el caso de Madame Bovary o Anna Karenina.

Además la colección es una joya en sí misma puesto que se trata de una espectacular edición de coleccionista en la que la presentación también cobra protagonismo y convierte cada libro en un objeto precioso.

Una edición de lujo inspirada en la colección Cranford, joya de la literatura victoriana, publicada a finales del siglo XIX por la editorial británica Macmillan que ideó una serie de libros bellísimamente encuadernados, concebidos por primera vez como objeto para regalar. Los exuberantes motivos naturalistas que decoraban sus cubiertas fueron encargados a algunos de los mejores ilustradores de la época, como Hugh Thompson o Charles Edmund Brock. Novelas Eternas de RBA recupera estas espléndidas cubiertas ilustradas y las reinterpreta en color y con lujosas estampaciones en oro.

De las fabulosas obras de Jane Austen al oscuro romanticismo de las Brönte, de la rebeldía de Mujercitas a la apasionada sed de libertad de Anna Karenina…Novelas Eternas es una colección única que rinde tributo a las escritoras y heroínas que nos siguen inspirando. Todo ello en una edición exclusiva, ideal para leer, releer y guardar para la siguiente generación.