15 mujeres científicas para estudiar en el aula
Física, Biología, Astronomía o Matemáticas están entre las disciplinas en cuyo desarrollo han sido clave.
La historia está repleta de mujeres que han sido clave en el avance de la ciencia y en la configuración del mundo tal y como lo conocemos. Aunque su reconocimiento ha estado en la sombra durante años y muchas aún sean anónimas, el trabajo de estas 15 mujeres científicas que cambiaron la ciencia es recomendable para estudiar en el aula.
Marie Curie (Polonia, 1867-1934)
Física y química polaca, pionera en el campo de la radioactividad, fue la primera mujer de la historia en ganar un premio Nobel. Para lograr ese galardón tuvo que superar numerosos obstáculos, incluida la dificultad de acceso a la universidad, pues en Polonia las mujeres tenían prohibido acceder a la Enseñanza Superior. A pesar de ello, años más tarde se convirtió en la primera mujer que llegó a catedrática en la Universidad de París y una de las únicas cuatro personas ganadoras de dos premios Nobel (uno de ellos compartido con su marido, Pierre Curie).
Lise Meitner (Austria, 1878-1968)
La física responsable de la fusión nuclear y la única mujer que tiene un elemento de la tabla periódica en su honor: el meitnerio. El resto son mujeres de la mitología y, ni siquiera el curio hace homenaje a la recién mencionada Marie Curie: es compartido con su marido Pierre Curie. Lise Meitner, tuvo que llevar a cabo sus experimentos de radioquímica lejos de los focos de los grandes investigadores en una época en la que las mujeres no tenían permitido pisar un laboratorio. Sus investigaciones sobre la fusión nuclear fueron cruciales para descubrir el meitnerio, que dio inicio a la era atómica.
Rachel Carson (Estados Unidos, 1907-1964)
A comienzos del siglo XX advertía sobre los efectos nocivos de los pesticidas en el medio ambiente y de la creciente contaminación. Su libro «Primavera silenciosa» logró erradicar el DDT (Dicloro Difenil Tricloroetano) y marcó el nacimiento de la preocupación por el deterioro del planeta debido a la acción humana. Su libro sigue siendo uno de los títulos de referencia del ecologismo y la polémica que suscitaron llevó a que Estados Unidos creara la Agencia de Protección del Medio Ambiente e incorporara a su agenda la política medioambiental.
Mae Jemison (Estados Unidos, 1956)
Mae Jemison fue la primera mujer afroestadounidense en viajar al espacio. Entró en la Universidad de Stanford a la edad de 16 años, graduándose con títulos de ingeniera química y estudios afro-americanos. En septiembre de 1992, tras completar el entrenamiento de la NASA, llegó al espacio como especialista de la misión a bordo del transbordador Endeavour. En la actualidad focaliza sus esfuerzos en la mejora de la salud en África y en el avance de las tecnologías en países en desarrollo.
Rosalind Franklin (Reino Unido, 1920-1958)
Biofísica y cristalógrafa, sus investigaciones sobre el ADN permitieron los increíbles avances científicos producidos en el siglo XX. Sin embargo, muchos de sus descubrimientos fueron robados y permitieron a Watson, Crick y Wilkins ganar el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1962. Más tarde, Watson puntualizó que Franklin debió haber sido galardonada también gracias a su descubrimiento de la llamada “fotografía 51” (que mostraba la estructura de doble hélice del ADN). Para aquel entonces, Franklin ya había fallecido.
Inge Lehmann (Dinamarca, 1888-1993)
Lehman fue la primera sismóloga en afirmar que el núcleo terrestre se divide en una parte sólida y otra líquida. Sus estudios sobre el núcleo de la Tierra, llamados “discontinuidad de Lehmann”, se publicaron en un documento conocido como ‘P’ y también demostraron que la Tierra no es una esfera compacta e inactiva, como se creía hasta ese momento. Utilizó los terremotos para confirmar su teoría.
Katherine Johnson (Estados Unidos, 1918)
Nació en el seno de una familia humilde de Virginia y su destino como mujer y negra parecía decidido (las leyes de segregación racial no le permitían mucho más que dedicarse a ser maestra). Pero Katherine pronto empezó a destacar por su control de los números y las matemáticas: su intelecto le permitió graduarse en matemáticas y francés a la temprana edad de 18 años. Trabajó como profesora durante años y en 1953 comenzó a trabajar en el departamento de cálculo de la NACA (predecesora de la NASA), donde realizaba todas las operaciones que necesitaban los ingenieros aeronáuticos. Su curiosidad y control numérico la llevó a realizar todos los cálculos del proyecto Mercury, siendo así la responsable de la trayectoria parabólica del primer vuelo tripulado al espacio. También calculó la trayectoria del Apolo 11 que llevaría al hombre a la luna y fue clave en el retorno del Apolo 13.
Ada Lovelace (Reino Unido, 1815-1852)
Lovelance fue la primera persona en desarrollar un código de computación y una adelantada a su tiempo. Descubrió que, a través de una serie de símbolos y normas matemáticas, se podían calcular grandes series de números, adelantando así las capacidades que más adelante tendrían las máquinas. Hija de una matemática y activista política y del poeta George Byron, gracias a su posición social llegó a conocer a científicos importantes, lo que le permitió desarrollarse educativamente.
Mary Anning (Reino Unido, 1799-1847)
La primera paleontóloga en identificar correctamente un esqueleto de ictiosauro, reptil marino de la época del Jurásico. Encontró los primeros dos esqueletos de plesiosauros y el primero de pterosaurio fuera de Alemania. Realizó importantes aportaciones a la paleontología y la geología en una época en la que muchos aún pensaban que ninguna especie se había extinguido. Sin embargo, sufrió la desigualdad de género de la época: la Sociedad Geológica de Londres jamás la admitió entre sus miembros y vivió el desprecio de muchos paleontólogos varones, que durante años se apropiaron de sus descubrimientos y estudios.
Barbara McClintock (Estados Unidos, 1902-1992)
Una de las grandes científicas en el campo de la genética, fue Premio Nobel de Medicina en 1983, aunque no lo tuvo fácil como mujer investigadora. Sus innovadores resultados llegaron de la mano del maíz y de la investigación de su genoma. McClintok observó las ‘letras’ que componían su ADN y vio, por primera vez, que existían una serie de secuencias genéticas que podían cambiar su posición. De esta manera. produjo el primer mapa genético del maíz, que más tarde serviría para demostrar los mecanismos del cambio y de la regulación genética.
Elizabeth Blackburn (Australia, 1948)
Es bioquímica australiana y bióloga molecular por la Universidad de Cambridge, además de ganadora del premio ‘Nobel de Medicina y Fisiología’ en 2009 gracias a su descubrimiento de la telomerasa, enzima que forma los telómetros durante la duplicación del ADN. Estas estructuras son vitales para entender la degradación molecular y el desarrollo del cáncer. También pertenece a las sociedades científicas más prestigiosas del mundo: Royal Society (Londres, Inglaterra) y Sociedad Americana de Biología Celular (Instituto de Medicina, Estados Unidos). Actualmente es profesora de biología y fisiología en la Universidad de San Francisco, en California.
Margarita Salas (España, 1938 – 2019)
Responsable del hallazgo de la ADN polimerasa del virus bacteriófago phi29, su investigación permite a los oncólogos ampliar pequeñas poblaciones de células que podrían dar lugar a tumores y, de esta manera, estudiarlos con más facilidad. Primera mujer española en ingresar en la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, cuenta con una larga e importante carrera: fue doctora en bioquímica por la Universidad Complutense de Madrid y profesora ad honorem en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa del CSIC, del que también fue directora en 1992. Además, fundó el primer grupo de investigación en genética molecular en España y recibió galardones internacionales y nacionales como la Medalla Mendel, Premio L’Oreal de UNESCO y el Premio Nacional Ramón y Cajal, entre otros.
Jocelyn Bell (Irlanda, 1943)
Detectó por primera vez la radioseñal de un púlsar junto a su tutor, Antony Hewish, a quien le otorgaron el Premio Nobel de Física en 1974. Jocelyn, sin embargo, fue excluida del premio.Durante sus años en la Universidad Southampton (Inglaterra), esta astrofísica comenzó a explorar e investigar sobre astronomía en rayos gamma y enseñó astronomía en Rayos X en el Mullard Space Science Laboratory (Londres). Recibió en 2015 la Medalla de Oro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la mayor institución científica española. Es miembro de la Real Sociedad Astronómica de Londres y profesora visitante de la Universidad de Oxford. A su vez, es presidenta de la Real Sociedad de Edimburgo.
Emmy Noether (Alemania, 1882-1935)
Einstein la consideraba la mujer más importante en la historia de las matemáticas. A pesar de que en su época (finales del siglo XIX y principios del XX) las mujeres no podían acceder a la universidad, Noether rompió todas las barreras científicas y sociales y revolucionó con su forma de hacer matemáticas. Fue artífice el álgebra moderna y el teorema de Noether, que permitía entender y resolver el problema de la conservación de la energía, clave para la visión actual del Universo y para comprender la Teoría de la Relatividad de Albert Einstein. Fue expulsada de Alemania por los nazis al ser judía y pacifista, lo que le obligó a emigrar a Estados Unidos. Se convirtió en un hito al convertirse en la primera mujer plenaria en un Congreso Internacional de Matemáticos, en 1932, y en ser la primera también en estar habilitada para dar clases en la Universidad de Erlanger-Nuremberg (Baviera, Alemania).
Dorothy Crowfoot (Egipto, 1910–1994)
Premiada por la Academia Sueca en 1964, Dorothy fue una química británica que desarrolló la técnica de difracción de rayos X para aplicarla en la estructura tridimensional de las moléculas orgánicas complejas. Además, desplegó la cristalografía de proteínas, razón por la que fue ganadora del Premio Nobel el 1964 (la tercera mujer en recibirlo después de Marie Curie y su hija Irène Joliot-Curie). En 1969 halló la estructura cristalina de la insulina, medicamento necesario para el tratamiento de pacientes con diabetes mellitus. Posteriormente consiguió investigar el calciferol y la vitamina D2. Se convirtió en profesora investigadora de la Royal Society en 1960.