«Lo más importante es nacer con una buena genética y no maltratarla», me dijo el sabio de don Arsacio

Cuando un periodista habla con una persona que ha pasado el siglo de vida, la pregunta más socorrida y frecuente que le hace trata sobre el secreto de la longevidad.

 Una vez que entrevisté a Francisco Ayala cuando tenía 101 me dijo que el secreto era comer bien y un chupito de güisqui todas las noches. José López, el último divisionario azul que vivía en la calle Cervantes y que tenía 102 años, se lo tomó a chufla y dijo que debía ser porque cuando estuvo en la batalla de Stalingrado pasó tantos días congelado que debía haberse quedado en estado de hibernación. El pasado domingo murió, a los 108 años de edad, don Arsacio Peña, considerado una verdadera institución en el campo de la Medicina. Por las aulas de don Arsacio han pasado varias generaciones de facultativos que lo han temido, lo han respetado y, sobre todo, lo han admirado.

En este año el Colegio de Médicos, la Universidad y la Real Academia de Medicina, presagiando que don Arsacio no iba a estar mucho más entre nosotros, quisieron agradecerle los muchos años de enseñanza que ha dedicado a la Medicina. Bonito detalle en este país en el que solo se homenajea a los muertos. También a don Arsacio le pregunté por la receta de la longevidad cuando le visité el pasado mes de abril en su casa de la Avenida de la Constitución. El venerable profesor me miró con sus ojos acuosos y cansados, y me hizo partícipe de su prescripción. Por lo pronto, señaló que las caminatas son el mejor deporte. «Yo no he hecho otro deporte que andar y me ha ido muy bien», me dijo. También me confesó que él no había tomado ni una pastilla en toda su vida, lo que es un hito en esta sociedad en la que todos tomamos pastillas a mansalva. Luego me habló de las propiedades de la cebolla a la hora de ahuyentar las enfermedades y de lo bueno que era comer la parte blanca de las cáscaras de la naranja porque, según decía, en ese sitio hay muchas vitaminas.

Don Arsacio me debió ver sonreír ante su receta vital a base de la parte blanca de las cáscaras de naranja, cuando atajó mis sardónicos pensamientos con una sentencia: «Ahora bien, lo más importante es nacer con una buena genética y no maltratarla. Si la maltratas, todo esto que te he dicho no sirve para nada». Sabio don Arsacio.

Andrés Cárdenas

https://www.granadahoy.com/opinion/articulos/receta-longevidad-don-Arsacio_0_1741325975.html

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