Inteligencia arbitraria
Si no existiesen análisis ni baremos sería una tomadura de pelo. No puede convocarse un concurso para una elección de este tipo y saltarse luego a la torera las reglas del juego
Esta vez se habían hecho las cosas bien, con acuerdos sociales y políticos, así como colaboración institucional. Sobre todo, estaba –y está– el altísimo nivel de la Universidad de Granada en inteligencia artificial, que no discute nadie. Los informes muestran que la candidatura de Granada a ser la sede de la Agencia de Supervisión de la Inteligencia Artificial cumplía con creces los requisitos exigidos. Por lo que sabemos, los criterios objetivos destacaban sin ninguna duda a Granada como la ciudad mejor situada para albergar la sede.
¿Criterios objetivos? ¿Han contado para tomar esta decisión? Nada lo indica. El texto que la justifica sorprende por su pobreza argumental, incluso en un país acostumbrado a que los gobiernos hagan de su capa un sayo. Nada sugiere que haya detrás un estudio de méritos.
Es inexplicable. Estas decisiones deben llegar debidamente motivadas, apelando a factores objetivos, siempre mensurables. Si no existiesen análisis ni baremos sería una tomadura de pelo. No puede convocarse un concurso para una elección de este tipo y saltarse luego a la torera las reglas del juego.
Todo indica que han decidido atendiendo a criterios políticos. O, peor, partidistas, para favorecer a los suyos. Es verdad que Granada tiene ahora un alcalde socialista, pero a lo mejor no cuenta lo suficiente, dan la plaza por perdida, la consideran de segundo orden o les parecía que dos agencias en Andalucía, autonomía díscola –desde el punto de vista de la coalición gubernamental– era demasiado. O preferían echar una mano el alcalde socialista de La Coruña, tras haberlo hecho con su correligionario sevillano. U otro cambalache.
Lamentablemente, esta fantasía es más verosímil que imaginar que se ha realizado un estudio objetivo de las capacidades de cada candidatura y sus méritos en cumplimiento de los criterios que se habían fijado.
Resulta más que preocupante, y no sólo por la relegación de Granada. Indica que decisiones de calado se toman en función de intereses de corto alcance, al modo bananero. Hago un favor al preferido entre los míos, que se olviden los demás menesterosos.
¿El camino es hacer cola en los ministerios o en las sedes de los partidos?
No tiene sentido organizar un concurso en el que se movilizan ciudades, para decidir al final según las conveniencias particulares del gobierno. Supone una pérdida de esfuerzos y una fuente de frustraciones, además del olvido de los mínimos a los que debe ajustarse una gestión racional.
Siendo grave lo anterior, lo peor es la sensación de que se quiere escenificar una cacicada dando un aire participativo y técnico. ¿No habrán caído la cuenta de que lo que ganan con el favorecido a dedo lo perderán con los demás? En casos como éste resulta imprescindible actuar con seriedad, como es exigible.
En todo caso, convendría que cesaran ya al responsable de haber incluido, ¡como mérito!, potenciar el gallego para propiciar un «ecosistema de innovación e inteligencia artificial», por echar mano de una melonada populista que no toca. Cuestión de inteligencia, artificial o no.
IDEAL
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