Los niños/as que sueñan con ser arqueólogos
LA CORA DE ILBIRA HA PRESENTADO EN LAS SUBVENCIONES DE DIPUTACIÓN UNA INICIATIVA QUE TANTO EN EL COLEGIO CRISTO DE LA YEDRA COMO EN EL CEIP DE IZNALLOZ. PARA CONOCER LA EXPERIENCIA QUE QUEREMOS PONER EN MARCHA EL CURSO QUE VIENE PUBLICAMOS ESTE ARTICULO DE IDEAL
El colegio Cristo de la Yedra imparte una actividad en colaboración con MEMOLab en la que enseñan a los alumnos cómo se desarrolla una excavación.
pañera Valentina afirma con disposición que no le importa lo mucho que tenga que estudiar, que es su sueño. Lo mismo sucede también con otros tantos alumnos de cuarto curso del colegio Cristo de la Yedra. Esta motivación que se aprecia en el aula, aumenta cuando los niños y sus profesores se desplazan hasta el arqueódromo que tiene el centro en una parte del patio. El espacio compone un lugar perfecto para desarrollar la actividad sobre excavaciones arqueológicas que se imparte en el centro desde hace años y con la que disfrutan y aprenden a partes iguales tanto alumnos como profesores.
Cuatro fosas componen un lugar en el que se ocultan huesos, joyas, minerales o jarrones de cerámica de distintas épocas. La simulación -conseguida a la perfección- cuenta también con herramientas y pinceles con los que trabajan los propios arqueólogos, pero que estos días están en las manos de los estudiantes del Cristo de la Yedra. Universitarios de los grados de Arqueología y Antropología completan un escenario al que se suman los maestros y en el que la interacción entre unos y otros va de la mano del aprendizaje y el trabajo en equipo. Caminan impacientes hasta la llegada a la excavación y se presentan bien protegidos y preparados para la ocasión. No faltan las gorras para protegerse del sol ni tampoco las zapatillas ni la ropa de chándal.
Los niños se juntan en corro y señalan una nueva fosa cubierta de pizarra que está por abrir. «Este no era musulmán», exclama María tras observar que los huesos no están enterrados hacia la Meca. «Tampoco era una mujer», dice Claudia mientras se fija en la forma del cráneo que ha quedado al descubierto. Han aprendido a la perfección los rasgos que diferencian los huesos de un género y otro o incluso saben distinguir si pertenecían a niños. «La clavícula es muy pequeña, debió ser una mujer bajita», detalla Adriana, que no se pierde ni un gesto de la explicación. Los monitores de la actividad siguen dando pistas y detalles sobre los restos. Uno de los cuerpos está enterrado con un ajuar de joyas y en posición fetal, por lo que los alumnos descubren así que están ante un enterramiento de la cultura de El Argar. La cerámica de aspecto metálico, según explica uno de los arqueólogos, con un estilo propio solo de la península ibérica, corrobora que están ante un cuerpo perteneciente a la Edad de los Metales. Pero todavía hay más. «El ajuar estaba repleto de joyas», explica Andrea, una de las arqueólogas. «Eso quiere decir que esta persona tenía una buena posición económica», añade. Los alumnos esperan con ansia la llegada de cuarto curso para participar y aprender en él. Todos los niños del centro han participado en la actividad que se instaura ya como una tradición más del centro y que los estudiantes exprimen al máximo. «Llevábamos dos años deseando que llegara esta semana», dicen.
Una vez al año, el arqueódromo coge forma en las instalaciones del centro durante una semana para poder ejecutar el proyecto. Diversos miembros del Laboratorio de Arqueología Biocultural de la Universidad de Granada (MEMOLab) preparan la simulación sobre la que trabajan durante varios días.
Sobre campo
Más allá de divertir o entreneter, el objetivo final es que los alumnos sean capaces de relacionar todo lo explicado en la case previa que los profesores les imparten antes del ejercicio presencial en el arqueódromo. «Queremos despertar en ellos interés, inquietud y que conozcan bien, de primera mano, cómo es todo el procedimiento que se sigue en una excavación», indica José Martín, tutor de la clase. El docente cuenta que llevan más de diez años con este proyecto y que, cada vez, se profesionaliza más y tiene mejor acogida. Los alumnos de Secundaria se acercan al recinto y comentan cómo ellos, un día, también participaron en la actidad y que aún recuerdan todo lo que aprendieron.
Claudia y María trabajan con unos pinceles para sacar a la luz algunas vertebras y preguntan a los monitores el nombre de otros huesos que encuentran. Justo al lado, Juan Carlos fija su atención en unas conchas que han aparecido en la tierra. A su sorpresa, se suma la de otros universitarios de Magisterio en prácticas que se sientan con los niños y a los que poco los importa tampoco llenarse de tierra. «En esta actividad ganamos conocimientos todos», sentencia el profesor.
FOTO: Alumnos del colegio Cristo de la Yedra en el arqueódromo Ramón L. Pérez
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